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Sofía se saca los zapatos y camina por la sala de estar para contemplar la vista. La habitación da al frente del edificio, con vista a la entrada y al sinuoso camino que baja la colina hacia la ciudad. Por lo general, siempre estaba demasiado borracha para concentrarse en el paisaje, ya sea optando por beber más o desmayándose en uno de los pasillos. Dado que la fiesta normalmente implicaba asistir en grupo, todos colaboraban para conseguir una suite. Esa noche sólo estaban Agustín y ella, hay un único dormitorio y una sala de estar, por lo que él ya se había ofrecido voluntariamente hace unos días para dormir en el sillón. Reservar una habitación con dos camas podría resultar sospechoso si alguien se enteraba. Lo último que necesitaba era convencer a la gente de que estaba saliendo con su amigo, que su ex pareja se enterara y que todo se desmoronara.
"Esto es lindo. Ni siquiera parece Argentina. Supongo que por eso celebran acá todos los años." Reflexiona, mirando por encima de su hombro.
El castaño se está sacando el reloj después de haberse arremangado las mangas de su camisa de vestir. Sofía desearía no notar la tela en él, la curva de su cuello o recordar el beso que había ocurrido hace sólo unos diez minutos.
"Venimos acá todos los años y recién ahora nos damos cuenta de estas cosas." Dice él sin mirarla. "Supongo que la gente realmente puede no darse cuenta de las cosas, ¿no?" Pasando los dedos por sus rizos, mueve la cabeza en dirección al dormitorio. "Quiero ver el baño." Ella suspira, sabiendo que no importaba si su amigo estaba borracho o sobrio, si estaba en una habitación de hotel, lo primero que se aseguraría era de que el baño esté a la altura de sus estándares.
Sofía lo sigue y se detiene en la entrada del dormitorio. Agustín entra al baño mientras los ojos de ella exploran la cama: es gigante y lujosa, cubierta con demasiadas almohadas decorativas. Hay un gran espejo dorado en el lado izquierdo, también un poco demasiado ornamentado para su gusto. El televisor es de pantalla plana, etiquetado como 4k, y debajo hay una pesada cómoda de roble. Las ventanas del lado derecho de la habitación son de suelo al techo, las cortinas abiertas dan a las colinas y a la ciudad en gran expansión. Al estar en el décimo piso, aquel lugar da una enorme sensación de privacidad.
"¿Pasó tus estándares?" Al verlo salir del baño, su amigo asiente. "Qué alivio. Lo último que me falta es que mi novio falso se convierta en una Karen porque la toalla está fuera de lugar."
"Nunca me vas a dejar superar eso, ¿no?" Responde, sentándose en el costado de la cama frente al espejo.
"No, nunca. Si vos podés mencionar la noche que vomité encima de Andy, yo puedo mencionar cuando fuimos todos a un hotel económico en Mar del Plata y te asustaste por las toallas."
