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Se necesitan un par de días para establecer un horario que funcione para ambos. Es cierto que Milagros despejaría cualquier parte de su agenda para sacarle fotos al castaño, pero en un intento de no quedar mal, ella se niega la primera vez. Cuando él sugiere el domingo por la noche, por fin acepta, pero sus nervios solo crecen a medida que se acerca cada vez más ese momento.
Dado que su cafetería permanece abierta más tarde que la mayoría, Felipe no llega hasta las nueve de la noche. Después de cerrar a las ocho, ella intenta ordenar un poco, pero se encuentra deambulando sin rumbo y con muchas mariposas llenando su estómago. No estaba muy convencida de tomar fotos que realmente valgan la pena ni estaba segura de qué hablar con él debido a las pocas horas que habían pasado juntos.
Las ventanas del lugar tienen persianas grandes para bloquear el sol poniente, por lo que ella debe asegurarse de que estas estén bajadas para mayor privacidad. También intenta reorganizar algunas de las almohadas de uno de los sillones, pero fácilmente se rinde. En su lugar, simplemente se deja caer sobre este, inclinando su cabeza hacia atrás y mirando el techo. No sabía nada sobre ese chico, excepto que era demasiado atractivo. Tenía que controlarse. Pero estaba casi segura de que el pasar unas horas con él demostrarían que había algo desagradable que lograría apagarla, sea lindo o no. Nunca antes se había enamorado de un cliente, y estar enamorada de alguien que se parece a Felipe se sentía cómico. Hablando de estar fuera de su liga.
Unos minutos después de las nueve, se escucha un suave golpe en la puerta que la saca de sus pensamientos. Nerviosamente, ella exhala, pasa por encima de la puerta principal del café y la abre. Él está de pie bajo la luz de la luna que se derrama sobre su pelo, justo como un estanque de seda. Tiene una camisa blanca con botones y las mangas un poco arremangadas, una pulsera con dijes colgando de una muñeca y pantalones negros. Se ve tan elegante como siempre y su pecho se contrae al verlo.
"Hola." Dice ella, moviéndose hacia un lado para que pueda entrar. Al cerrarse la puerta del café, él saca algo de su bolsillo y extiende su mano para mostrarle algo.
"Traje el brillo de labios." Aquel elegante frasco tiene el logo de Dior, un brillo de labios transparente con pequeñas motas de brillo. Este descansa en la palma de su mano.
"Genial." Responde la pelirrubia. "Uhm, pensé que capaz podíamos hacer que la luz lo captara. Puede que en la foto quede bien. Pero como dije antes, realmente no tomo fotografías de personas. Sólo lugares."
"Está bien." Él no parece preocupado, pasando a su lado hacia la zona de asientos más grande. "Como dije antes, es solo para mi Instagram. No es nada especial."
