Capítulo 56. Una buena mujer.

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Eloína's P.O.V.

Y vivieron felices por siempre...-Murmuré para mí misma cerrando el libro en mis piernas. Di un hondo respiro y miré al cielo sonriente por ese sentimiento de satisfacción y alegría que me daba haber terminado el libro y que tuviera un final feliz.

-Hola bonita. -Me estremecí al escuchar la voz de una mujer desconocida.

Miré a mi lado notando que una mujer había subido todas las gradas de Hawtz sin que yo lo notara. Y ahora ella estaba parada a mi lado. Tragué saliva nerviosa al reconocer a la mujer. Era la mamá de Alec ¿qué hacía en la escuela en horario de clases?

-Hola...-Saludé yo incómodamente. -Alec debe estar en la cafetería con Ángelo. O en el jardín, hace buen clima, a lo mejor se sentaron afuera. -Le dije yo. Ella me negó un poco.

-No voy a buscarlo, eso lo avergonzaría ¿no? -Me preguntó. Sonreí un poco, me encogí de hombros.

-No lo sé. Alec es tan maduro y leal que quizás no le importaría que su mamá lo buscara en la escuela. -Admití.

-Le das mucho crédito a mi hijo. -Me aseguró. -¿Puedo sentarme? -Preguntó señalando el mucho espacio vacío a mi lado en la grada. Asentí recorriéndome aunque sobrara espacio para ambas.

-Gracias. -Dijo ella sentándose a mi lado. Pasó sus bonitos ojos miel por la cancha de atletismo, por la ciudad que se veía a lo lejos. Miró el cielo y finalmente me miró a mí. Me estremecí apurándome a bajar la atención al libro que aún estaba cerrado sobre mi regazo.

-¿Es tu hora de almuerzo? -Me preguntó la mamá de Alec. Asentí aun con la atención en la portada del libro. -¿Por qué estás aquí? seguro que tienes muchos amigos extrañándote en la cafetería. -Me dijo ella.

-Quería leer...estaba emocionada por terminar el libro. -Le conté bajo.

-¿Lo terminaste? -Me preguntó. Asentí. -No sabía que te gustaba leer. -Dijo ella. Me encogí de hombros nada más. Ella dio un suspiro. -Escucha, Eloína. Vine a dejarle a mi novio unos papeles que se le olvidaron en la casa, pero...también esperaba poder verte. -Dijo ella atrayendo mi atención. La miré.

-¿A mí, señora Rutz? -Pregunté. Me asintió sin dudar. -¿Por qué? -Pregunté.

-Porque te debo una disculpa. -Dijo ella. La miré aún más atenta. -Eres claramente una buena muchacha, y yo te juzgué mal cuando apenas te conocí.

-¿Por qué? -Quise saber. -¿Qué hice que estuvo tan mal? -Me intrigaba. Ella dio un suspiro, negó un poco.

-Entre más lo pienso menos lo sé. -Admitió ella. -Podría echarle la culpa al estrés de mi enfermedad, o la enorme sorpresa, pero nada es excusa suficiente para la forma en la que te traté. Perdón por haber sido tan grosera y prepotente.

-Gracias...-Susurré curiosa por su inesperada disculpa. -Pero ya no importa, Alec y yo ya no estamos juntos así que...no se tiene que preocupar por mí. -Le recordé.

-No importa. Tenía que disculparme por la forma en que te traté. Y también me tengo que disculpar con Alec. Creo que lo puse en una posición muy difícil. Y claramente se puso de tu lado y eso sólo me frustró más. Porque...oh yo sé porque me frustré desde que te vi, Eloína, y me da tanta vergüenza admitirlo. -Dijo ella.

-¿Qué fue? -Pregunté, aunque temiendo que su respuesta me fuera a herir mucho ¿Qué habían en mí que era tan malo?

La señora Rutz dio un hondo respiro, quedó callada unos segundos y finalmente me miró.

-Te voy a decir porque mereces una explicación honesta. -Me dijo ella. Le asentí. Me asintió también.

-Desde que te vi por primera vez supe que había perdido a Alec. -Me dijo ella haciéndome confundir. Se encogió de hombros. -Supongo que es el miedo de cualquier madre, cuando el corazón de su hijo deje de ser suyo y pase al de otra mujer. Por mucho tiempo me sentí cómoda creyendo que Alec nunca haría eso. Pero...verte sólo me hizo dar cuenta de que...mi niño ya no es un niño y no puede ser sólo mío.

Mi AlecWhere stories live. Discover now