Capítulo 8. Niños ricos.

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El domingo abrí la florería a las nueve de la mañana. Casi no teníamos clientes hasta pasado el mediodía, pero aun así me gustaba abrir desde temprano porque eso implicaba una o dos ventas extra en el día. De igual forma hacía en la florería lo mismo que haría en la casa, estudiar para el concurso de matemáticas. Teníamos las eliminatorias esta misma semana.

Escuché a alguien entrar a la florería por lo que elevé la vista. Me vi curioso, pero cómodo al notar a mi amiga entrando.

-Hey niño rico. -Me saludó Mandy haciéndome verla con desaprobación. Ella rio aun acercándose. -¿Qué? ¿Cómo ha ido tu escuela de millonarios, eh? -Me preguntaba mi única amiga de la escuela pública.

-La escuela es genial. La gente no tanto. -Admití haciéndola reír pasando con confianza a la pequeña cocina.

-Eso supuse, muchos hijos de papi ¿eh? Y niñas caprichudas. -Acusó ella aun en la cocina. Di un suspiro.

-Sí hay gente así, pero no todos, es...hay un chico que me agrada, creo que podemos ser amigos. -Admití.

-¿ah sí? Eso sí es novedad. -Decía Mandy impresionada saliendo de la cocina con una silla que puso a mi lado en el mostrador para sentarse. -Nunca te vi con un solo amigo en la preparatoria. -Me acusó.

-Porque no tenía.

-Lo sé. -Aseguró ella.

-Pero no sé, este chico es amable. -Admití yo pensando en que Ángelo me era muy paciente y amable al quererme ayudar. -Dios sabrá por qué le caigo bien. -Admití haciendo a Mandy encogerse de hombros.

-Sí ¿Quién sabe? -Preguntó en tono de broma. Le sonreí un poco.

-¿Qué hay de ti? ¿Cómo va la escuela?

-Bien, todo sigue igual allá. Te extraño. Era divertido tenerte en esas dos clases. -Me dijo ella.

-Ni siquiera nos sentábamos juntos. -La acusé.

-Lo sé, pero al menos te podía saludar. Ahora debo esperar hasta el fin de semana para venir a verte. -Decía ella. Asentí un poco nada más. -Y entonces ya hiciste un amigo, supongo que te gusta más Hawtz que la escuela pública. -Dijo ella que desde que había sabido que me cambiaría de escuela había estado esperando que cambiara de opinión y regresara.

-Sí, la verdad. Hawtz es genial, tienen una buena biblioteca.

-Nuestra escuela tiene la biblioteca más grande todas las preparatorias de la ciudad, no puede ser mejor.

-Sí, la biblioteca de la escuela pública es enorme, pero está llena de basura. De libros de texto que la gente dona todos los años, están viejos y aburridos, y se repiten los mismo al menos nueve veces. -Dije haciéndola encoger de hombros.

-No lo sé, nunca he sacado un libro de ahí. -Admitió ella.

-Pues yo sí, no hay mucho de dónde escoger. -Advertí. -Además, Hawtz tiene muy buenos maestros, y tres laboratorios de cómputo geniales. Las computadoras son las más nuevas y modernas, y hay una cafetería que sirve distintas opciones de comida, y todas son buenas. Y a parte tienen puestos y restaurante populares afuera, hay un subway, y me gusta un puesto de licuados, también hay sushi. -Le iba contando yo.

-Todo eso suena a que gastas mucho dinero allá. -Me acusó. Negué.

-Ni un centavo, mi beca me cubre comida también, genial ¿no? -Le dije. Se encogió de hombros.

-Pues a mí sí me gusta. -Aseguré.

-Sí, pareces feliz en Hawtz. -Dijo ya rendidamente. Asentí.

-¿Qué hay de la caprichuda esa? ¿eh? La niña rica ¿la ves seguido? -Me preguntó refiriéndose a Emi. No la tenía en buen concepto. Primero le había tenido envidia porque la verdad sea dicha, Mandy era mi amiga, pero también era muy obvio que yo le gustaba. Le había tenido envidia a Emi por ser mi primera y única novia, y cuando Emi se hizo novia de mi medio hermano casi inmediatamente después de nuestra ruptura, Mandy le había tomado aún más coraje por hacerme eso. Decía que Emi no me valoraba y le molestaba que aun así yo siguiera interesado en ella.

Mi AlecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora