Capítulo 20. 4-2.

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Los juegos deportivos de Hawtz eran muy divertidos. Las gradas se habían llenado, la mitad se veía en colores guinda por los alumnos que estaban apoyando a la escuela, la otra mitad de se veía de color verde oscuro apoyando a Dencer.

Habían regalado pequeñas bolsas con palomitas de maíz, y botellas de agua, pero realmente yo no pude comer al estar tan emocionado por el juego. Todos gritábamos y aplaudíamos apoyando a las chicas de Hawtz. Me llenaba de orgullo ser parte de este instituto, y me enorgullecía lo bien que jugaban las alumnas también. Eran muy buenas, muy rápidas y fuertes. Eloína me tenía con la boca casi hasta el suelo, no podía cerrarla por mi impresión. Se veía preciosa en su blanco uniforme de pantalón ajustado, calcetas guindas, y traía el largo cabello castaño en una larga coleta elevada.

Ángelo había batallado en encontrar estacionamiento cuando llegamos, por lo que se nos hizo tarde y no había podido hablar con Eloína antes del juego. En las gradas rodeado de alumnos ella nunca me identificaría, pero yo quería que supiera que había usado su boleto, que había ido a apoyarla, que la estaba viendo cada segundo que estuvo en el campo de beisbol.

-¡Corre como el diablo, Eli! -Gritó Ángelo a mi lado, porque Eloína estaba en la última base y su compañera Ivette estaba a punto de batear.

-¡Tú puedes, Ivette! -Le gritó Sebastian.

-¡No nos decepciones! -Había escuchado a Laurence gritando también. Todos habían gritado la noche entera, y yo había querido animar a Eloína también cuando iba a batear, pero no me atrevía a gritar. No podía hacerlo tan naturalmente como todos aquí.

-¡Vamos, Eli, vamos!

-¡Corre, corre! -Gritaron todos cuando Ivette logró batear una pelota al segundo intento. Y yo estaba tan nervioso que me tomé del brazo de Ángelo con fuerza al ver como una chica de Dencer levantó la bola del suelo y la lanzó a su compañera para sacar a Eloína del juego antes de que completara su carrera, pero la chica de Dencer no atrapó la pelota, y en lo que la levantó, Eli que iba corriendo a toda velocidad, se arrastró por el suelo para llegar a la base. Rayos. Era buena y se veía increíble jugando.

-¡Ah! -Grité emocionado, pero ni me escuché por todos los gritos de celebración a mi alrededor. Ángelo y yo nos agitamos entre ambos riendo emocionados viendo a las amigas de Eloína corriendo a ayudarla a levantarla y celebrar juntas.

Ir a apoyar el juego era lo más divertido que había hecho en mi vida. Especialmente cuando terminó y todos los alumnos y sus invitados empezamos a celebrar entre nosotros. Hawtz había ganado con un puntaje de cuatro a dos. Eloína había hecho una de las cuatro carreras, era absolutamente impresionante.

-Ve a buscarla, corre. -Me pidió Ángelo cuando salieron las beisbolistas de los vestidores para reunirse con todos nosotros. Los alumnos de Hawtz habíamos bajado al campo para celebrar. Era un mar de gente vestida en guinda y ya estaba oscureciendo por lo que mis ojos no lograban encontrar a Eloína entre todos. Eso era extraño porque era tan bonita que difícilmente escapaba de mi vista cuando la tenía cerca.

-Felicidades, Mel. -Escuché a Ángelo a mi lado. Lo miré. Una de las beisbolistas lo abrazaba. Ella lo soltó y me miró.

-Alec, que sorpresa, no te había visto en ningún juego deportivo. -Dijo ella alegremente.

-Ah todos dijeron que este juego estaría muy bueno. No me lo quise perder. -Dije a pesar de que ni la miraba porque mis ojos iban entre toda la gente aun buscando a Eloína.

-Ah ¿y a quien buscas? -Oí a Melanie preguntándome. La miré otra vez.

-Ah a nadie. -Pretexté.

-¿Dónde está Eloína? -Preguntó Ángelo. Mel sonrió y me miró con ojos interrogantes.

Mi AlecOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz