Capítulo 25. Mi Amor.

37 6 4
                                    

Después de clases, yo tenía que ir a trabajar a la florería, pero Eloína no lo sabía. Sólo le decía que estaba ocupado, pero la compensaba los fines de semana en la tarde. Cerraba la florería a eso de los tres y me iba directo a su casa. Mis padres pensaban que iba a casa de Ángelo, lo cual no era una grande mentira porque Ángelo era vecino de Eloína.

Este sábado le llevé flores de mi negocio, pero las dejé en el auto mientras me acercaba a la entrada de la enorme casa. Eloína ya había abierto su puerta y había salido a esperarme en la entrada desde que le había mandado un texto diciendo que ya iba llegando. Usaba unos jeans claros, y un suéter rosa con el collar de corazón dorado.

-Hola...-Saludó con una tímida sonrisa y un bonito brillo en los ojos al irse acercando a mí. Quise abrazarla, pero aun temía incomodarla con mi afecto. Ella subió sus brazos sin dudar. Sonreí más calmado acercándome a rodear su cintura entre mis brazos mientras ella dejó sus manos en mi nuca apoyando la mejilla en mi pecho.

Quedamos en ese abrazo unos segundos en los que sentía como si sostuviera el mundo entro entre mis brazos.

-Hola, Eloína...-Murmuré invadido por una grande paz en mi interior, y un inexplicable cariño en el pecho. La oí riendo un poco entre mis brazos. Me agaché un poco atreviéndome a dar un beso en su cabeza. Era el mismo paraíso.

-Te traje algo. -Le conté en voz baja. Ella aun abrazada a mí fue elevando la vista y me sonrió. Se veía aún más preciosa tan de cerca, abrazada a mí, viéndome tan atenta como siempre, pero más sonriente que nunca. Sonreí también y fue inevitable agacharme para dar un pequeño beso en sus labios.

-Sólo son unas flores...-Murmuré en sus labios cuando me iba alejando un poco. Ella sonrió mostrando su perfecta dentadura.

-¿Para mí? -Preguntó.

-Para mi novia. -Asentí. Se vio tan emocionada que me apretó más en el abrazo riendo un poco. Reí también. Ambos nos fuimos soltando y yo me di la vuelta para agacharme a sacar el ramo de rosas color rojo. Se las entregué. Eran veinticuatro rosas que había decorado con otras pequeñas flores blancas entre ellas, un papel matte guinda y un listón blanco.

-Preciosas, absolutamente preciosas. -Dijo ella emocionada viendo el ramo que le entregué. Reí un poco y me agaché para sacar la docena de rosas amarillas que había traído aparte.

-Estas son para tu madre. -Admití en voz baja. Eloína había estado admirando sus rosas, pero se estremeció y me miró impresionada.

-¿para mi mamá? -Preguntó de cejas arriba. Asentí.

-¿Te molesta? Quiero...quiero pedirles permiso a tus padres de ser tu novio. -Admití. Ella sonrió un poco.

-Que romántico...-Murmuró.

-Sé que suena muy anticuado, y que es nuestra decisión y no suya, pero...pero quiero un noviazgo enserio contigo, uno bueno. Quiero...tener el apoyo de tu familia. -Admití. Ella sonreía. Asintió un poco.

-Mamá te ama, estoy segura. Ella sabe lo feliz que me haces, y lo amable que has sido siempre conmigo. -Me dijo ella haciéndome aliviar. Asentí. -Pero será difícil que conozcas a papá, trabaja lejos, en Washington. Vive allá, sólo visita de vez en cuando. Se...se supone que vendría una vez al mes, pero cada vez son menos frecuentes sus visitas. -Me contaba ella.

-Bueno, pues puedes avisarme cuando él venga. Y yo hablaré con él. -Le dije haciéndola sonreír y asentir.

-Vamos a llevarle estas a mamá. -Dijo ella emocionada. Le sonreí y asentí. Ella me tomó por la mano con el ramo de rosas en su brazo izquierdo. Yo llevé las rosas amarillas en mi mano derecha.

Mi AlecNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ