85. El rostro del pasado II parte

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Catalina agarró el cuerpo del José demasiado paralizada para saber qué ocurría.

Sus manos repletas de sangre, la asfixia de José que dentro de nada inhaló su último bajos, sus labios temblando

⎯Si iba a estar contigo entonces no iba a estar con nadie en esta vida.

⎯¿Pero qué has hecho...? ⎯jadeó paralizada Catalina hacia Eva María , quien veía con sorna y con seriedad.

⎯Qué error más grande. ¿No estabas cuando ella murió acaso? No te recuerdo ahí ⎯dijo Eva María , rondando el cuerpo de ambos⎯. Al fin y al cabo Amparo quería mantener contacto conmigo para reclamarte a ti cómo legítima de Mariante y ¡Oh! Escoria de ladrona, lo único que quería era robar a su propio hija y robarme a mí, a pesar de que si lo hizo. Por eso Romeo la echó de donde estaba. Pero me enteré después que Romeo quería buscarte, darte todo, ¡Hacerme a mí familia de unas pordioseros!  No ⎯negó Eva María  tragando saliva⎯, yo no podía dejar que él se mezclara con esa gente, ¡Que se mezclara contigo! No, y mis hijos, y nuestros hijos. No, jamás...

⎯¡Tu hija es una gitana porque su padre es Luisangel! 

Eva María calló de golpe al oír las palabras de Catalina. Sus ojos estaban inyectados de sangre, ira e incluso pavor. La rabia temblaba contra sus labios. 

⎯Sí, él es su padre. Pero no por ello mi hija tendrá que usar sus costumbres, pertenecer a los pordioseros como tú, a lás prostitutas que hechizan a los hombres para robarles todos, ¡A las brujas que nos quitan dinero! 

Eva María la señaló con el cuchillo. Catalina se tambaleó hacia atrás. 

⎯Tú eres una gitana también y se lo ocultaste a mi madre. Al igual que a Luisangel...pero no comprendo cómo tú...⎯jadeó Eva María  de conmoción⎯. Pudiste traicionarme.

⎯¿Traicionarte? ⎯Catalina no comprendía.

⎯¡Yo fui yo quien le dijo a mi madre que te aceptara en el palacio! ¡Mi madre me envió una carta, diciendo que había adoptado a una niña pobre! Yo le dije, Oh, Madre, qué gran corazón tienes, no la desampares ⎯pestañeó Eva María  un par de veces⎯. Pero mira ya, te viniste arrastrando hasta aquí. ¡Y sales como una mujer cualquiera arrebatada a...! ⎯Eva María  estaba eufórica y enojada⎯. Qué gran error, qué gran error ⎯repitió ella⎯. ¡Pero no fue un error mirar cómo Amparo pedía clemencia! ¡Esa zorra que me robó y que me dejó la cicatriz en la cara! 

Catalina comprendió entonces. Nunca fue Romeo Mariante. Fue Eva María  quién asesinó a Amparo. 

⎯¿Cómo pudiste? 

⎯No, ¿cómo pudiste tú? ⎯Eva María notó las lágrimas de Catalina al abrazar aún más fuerte a José.

⎯¡Yo no te hice nada! 

⎯Te metiste con mi veneración y abusaste de mi misericordia. Quisiste ser una cualquiera, y debiste quedarte así, ¡Como una prostituta...!

⎯¿¡Porqué!?

⎯Amparo fue una ladrona ⎯rugió Eva María .

⎯¡Cállate! ⎯gritó Catalina llorando. Con odio⎯. Eso es una mentira, quien es un pagano es tu hija, porque lleva la sangre de los que tanto aborreces. ¡Tu hija! Aléjate de mí y no hagas que con mis propias manos encuentre un motivo para acabar contigo ⎯lloró Catalina, se acercó al cuerpo de José y gimió⎯. ¡Por Dios, mi amor!

Eva María jadeó de conmoción al mirar esto. Apretó la mandíbula con ira.

⎯Aléjate de él. 

Por Estas Calles De París © COMPLETA [BORRADOR SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora