13. Cada quien es marginado a su manera

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De la misma mañana nació un imperioso color azul, ante el valle de las nubes, dando así un encantador día que se alzaba de las demás cosas, ante los seguidos malos augurios que se propiciaban, que se pensaban. La gran vuelta de la carroza llamó la atención de los enteros pueblerinos que quedaban engatusados por ver a la princesa estar dentro de ella.

Los puestos dejaron de hacer sus deberes para observar.

Y sostenía Charlotte aquella mañana su canasta y su pañuelo, interesada ante la misma presencia de Su Alteza, a quien hace ya un tiempo colocó en sus manos la rosa.

Acompañada estaba de Ángelo, quien observaba el alrededor de reojo, atento a su propio mundo. Y de Sebas, quien bajó su sombrero cuando la carroza, finalmente, estaba cerca de ellos.

Habían llegado a París esa mañana: el motivo eran la alfarería, y con el ajetreo que siempre se conseguía en más calles, no sería mesurado para Ángelo que se apareciera en soledad. Pero muchas cosas más hacían los caballeros en la ciudad. Cosas que no sabía Charlotte porque lo dejaban pasar, se daba cuenta que ocultaban algo.

Pero en aquel momento no lograba Charlotte pensar en eso, sino en los lindos ramos que recibió la princesa en cuanto se le acercó una niña.

Había volteado a mirar a Sebas, pero este hombre ya tenía clavada la mirada en la doncella a su lado y Charlotte lo notó.

La doncella era Verónique.

Entonces, entendía.

Palabras sobraban, sólo bastaba la mirada. Parpadeaba una vez entendía. Un hueco sintió en el corazón.

Quiso carraspear, y tragar saliva al saberlo.

Fue inevitable no sentir dolor, o pesadumbre por saber que los ojos de Sebas... no la miraban ella.

Mantuvo la mirada, entristecida hacia al frente. No obstante, supuso que debía sentir lo contrario ahora mismo, y se convenció de sentirse plena, porque sabía...que él no estaba enamorado de ella.

Considero su cercanía más pasajera, no tuvieron conexiones aquellas almas de la manera en la que se esperaría, y eso estaba bien. Se le escondió la mirada, apenada, y la subió con una sonrisa cómplice hacia el rostro de Sebas.

⎯Tírale una flor...

⎯¿Qué? ⎯mencionó Sebas, confundido. Y de pronto notó como Charlotte veía a la doncella⎯. Oh, Charlotte, yo...

⎯¡Shh! ⎯dijo Charlotte, por lo bajo. Sacó una bonita corona de flores y la aferró a la mano de Sebas, con complicidad y una sonrisa.

⎯Charlotte...⎯murmuró Sebas, avergonzado de que ella se hubiese dado cuenta de lo ocurrido, y que pese a lo que había pasado entre los dos, aunque fuera como amigos, le apenaba.

Charlotte carcajeó y se tapó la boca.

⎯Puedes hacerlo ahora y no dejarla pasar ⎯Sebas sonrió apenado, y Charlotte le sostuvo el brazo⎯. Aunque, debes tener cuidado. Sebas...no soportaría que algo te sucediera.

⎯Tranquila, linda dama ⎯Sebas miró la corona de flores con tristeza⎯. Nada pasará.

⎯¿Tan fácil es para ti el amor?

⎯¿Y lo dices tú? ¿Sabes del amor?

⎯El amor será lo más doloroso que te ha de pasar. Si no te duele, no estás amando, no estás queriendo. No escuchas a tu corazón, no escuchas a tu alma, entonces así no amas. No es la clase de amor a la que estás preparado.

⎯Charlotte, supe de aquel hombre. ¿Lo amaste también?

Se sintió Charlotte recordando muchas cosas y expresó:

Por Estas Calles De París © COMPLETA [BORRADOR SIN EDITAR]Where stories live. Discover now