50. Traición

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Esa mañana, adolorida por todo el vaivén desastroso de la noche anterior, Charlotte fue la primera en abrir sus ojos. Su cabello rubio seguramente estaba enmarañado, hecho también un desastre, como todo lo demás. Primero se sentó, bostezando. El sol ya se asomaba por la ventana donde todo había ocurrido la noche anterior.

Se irguió. Miró hacia sus lados y se encontró sola.

¿Ya se había marchado...?

Se cubrió con la sábana el cuerpo y en puntillas se acercó hacia la ventana, tratando de ver alguna carroza, o algún corcel brioso y enorme. Pero no vio a nadie. Se acomodó su cabello en un sólo hombro, y resignándose a creer que ya se había ido, como había dicho, y la tristeza la conmovió.

Apenas respiraba el olor de la pradera y recibía el sol en su piel morena y ya lo extrañaba por completo.

¿Qué haría si alguien de la servidumbre entraba a limpiar...?

Medio se giró para buscar lo que le quedaba de ropa y lo primero que sintió fue un duro torso detrás de ella.

Se detuvo de inmediato y sintió que su cuerpo dejaba su alma cuando miraba una expresión ladina del hombre que inclinaba la cabeza hacia ella, con un antebrazo recostado al vidrio por encima de su cabeza y con la otra en su cintura.

Charlotte prefirió seguir durmiendo a que la volviera a ver de esta forma. Pero una cosa era cierta y era que, sin esperar a alinear y acomodar sus pensamientos, se volvió a sentir atrapada entre los brazos de Santos.

⎯Belle journée.

Charlotte no quiso ser descortés a sus palabras y se inclinó a modo de reverencia.

⎯Plus que beau

"Hermoso día."

"Más que hermoso."

Santos la hizo reír cuando tomaba su rostro con una mano y como si tocara una joya, porque Charlotte era algo más que una joya preciosa, besó sus labios para decir formalmente. "Buenos días."

Y se sintió en parte aliviada de que estuviera aquí con ella, todavía a la luz del claro del sol a las afueras. Sentía Charlotte que había pasado una eternidad entre sus brazos, y quizás así había sido.

⎯El mejor buenos días ⎯dijo finalmente Charlotte cuando se separaron después de probar por infinita vez su más grande delirio. Lo abrazó por la cintura mientras alzaba su vista⎯. ¿Debo saber, por qué con tan hermosa gracia, todavía te tengo aquí?

⎯¿En serio pensaba que me marcharía sin antes recuperar lo que, de ahora en adelante, es mío?

Charlotte besó su pecho sobre la camisa blanca y luego sonrió.

⎯No tengo ninguna queja de eso ⎯dejó saber, y luego bajó la mirada hacia la bandeja de comida que estaba al lado de la cama. Sus ojos se abrieron⎯. Dios, ¿Alguien vino?

⎯Vinieron ⎯Santos dejó un beso sobre su frente antes de atraerla con ella hacia la cama una vez más. Charlotte no quitaba la mirada de la comida con cara de susto⎯. Nadie sabe que pasó la noche aquí.

⎯Ah ⎯se quejó Charlotte, volviéndose a sentar y pasando su cabello hacia atrás⎯. Soleil, Beatrice...

⎯Me encargaré de eso ⎯Santos la atrajó hacia ella para quitarle algún mechón de su rostro⎯. ¿Qué tal ha pasado la noche?

Charlotte entrecerró sus ojos con una sonrisa y se acercó a besar sus labios. Luego su cuello, y otra vez sus labios.

⎯Espero que ⎯susurró sobre su boca⎯, te quede claro mi realidad.

Por Estas Calles De París © COMPLETA [BORRADOR SIN EDITAR]Where stories live. Discover now