44. Reza para no ser condenado

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La luna se asomó por las afueras. El candelario siguió en su sitio, y cerca de la puerta, siguió iluminandonos.. No pasó mucho tiempo para que Charlotte hablara desde su sitio. Y estaba calmada para concentrarse en el fuego de la llama.

⎯En mi hogar pasan muchas cosas ahora...⎯cerró los ojos, recostada sobre el pecho de Santos⎯. No se nota al instante pero es de esa manera. Mi madre no me ha dicho nada pero en sus ojos los pude ver y temo que mis niños sigan viendo cosas como éstas.

Santos la oyó decir, tranquilo y en la disposición de continuar teniéndola entre sus brazos.

⎯¿Quiere usted decirme qué es lo que siente...? Por aquel lugar ⎯le respondió.

⎯Ah, señor Juez ⎯murmuró Charlotte y volvió abrir los ojos⎯. Tantas cosas que expresar para que el espíritu no se atreva a decir y conoce usted muy bien ya lo que pienso ⎯no estuvo quieta tanto tiempo porque consiguió voltear a fijar la mirada en él⎯. ¿O no es así?

⎯Hay muchas cosas que nunca se podría saber. ¿Cómo conocer lo que una alma dice? ⎯Santos se acomodó de igual manera para mirarla, y de la misma forma continuó⎯. Y sin embargo hay razones para conocerlas.

Y tuvo Charlotte que mirar hacia un lado mientras arregló el chal de los hombros. Asintió.

⎯La crueldad con los más débiles es algo que todavía me es ingrato. Sube, y sube y sube ⎯movió una mano para enfatizar su intención⎯ las ganas de querer que esto pare pero...

Se quedó sin habla, no hubo palabras para comenzar a tomar lo necesario en aquella velada, donde había solo una persona quien escuchaba. Y la veía.

Charlotte alzó la barbilla y notó su mirada. Después de querer divisar sus acciones, le sonrió.

⎯No quedará nada de lo que yo diga en esta tierra. ¿Qué me dice usted? ⎯inclinó su rostro con la corazonada de empezar a ruborizarse.

Santos no quiso aparentar que sus ojos negros lo hacían desviar la mirada pero logró sostenerla y comenzando a arreglarse para estar un poco cerca de ella, logró empequeñecerse con cuidado porque Charlotte siguió cada uno de sus movimientos.

⎯Hay tantas cosas...⎯murmuró Santos⎯ que deseo decirle.

Charlotte se fijó en los rasgos que fueron iluminados por la llamarada. No quiso entender la manera pacífica que le daba aquel mutuo sentimiento, apenas logrando verse.

Apresando la ligera conmoción que causaron las palabras sobre ella, entendió la postura de conseguirse frente a él para admirarlo aún más de cerca.

⎯Dígamelas. En este momento, en el día, en la noche...pero dígamelas ⎯Charlotte llevó una mano a su mejilla. La acarició con cuidado⎯. No dude, no lo haga.

⎯El rayo del sol que iluminaría las mañana nunca fue aquel ⎯dijo Santos y sintió más la acaricia que yacía recostada sobre su piel⎯. El claro de oscuridad que se deja ver en las noches ⎯se mantuvo quieto para también admirarla⎯. Y nada de eso podrá compararse lo que me otorga su sola presencia.

⎯Amanece cada día y amanecerá dentro de poco ⎯Charlotte dejó salir una risita y con la otra mano tomó la otra mejilla de Santos⎯. Pero en esta medianoche puedo saber que nunca...⎯y murmuró de pronto⎯ he sentido esto.

Ahí se logró ver las esperanzas de nuevo porque hubo un gesto en sus labios que indicó un solo cambio. Una ligera sonrisa apareció en el rostro de Santos.

Ella sonrió también.

⎯Hay algo en su mirada que me tienta a preguntar ⎯ya Charlotte había alejado sus manos de su rostro para fascinarse con aquella luz en el rostro de Santos⎯. ¿Por qué ha dejado que fuera a ver a mis pequeños?

Por Estas Calles De París © COMPLETA [BORRADOR SIN EDITAR]Where stories live. Discover now