Capítulo 77.

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Zack

He estado toda la tarde duro al ver a mi mujer en bikini, metida en la piscina posando orgullosa en las fotos que le hacían las demás mostrando su barriga, misma donde crece mi hija. Es más mía que nunca y nadie puede negarlo. Cada día se le nota más, también noto que tiene más sueño y se cansa más rápido. Es normal, su cuerpo está tomando fuerza para crear una nueva vida. Astrid me avisó que si la veía muy cansada la tenía que llevar a hacerse pruebas, ya que algunas mujeres le sale anemia en el embarazo. No quiero pensar mucho en eso para no preocuparla, me conoce muy bien y me haría contarle lo que pasa por mi cabeza.

Siempre estoy atento a que coma todas las comidas del día, se da algunos caprichos, pero no puedo negarme. A ella le encantan las chuches, el chocolate y demás y tampoco es que esté comiendo esas cosas todo el día.

Terminamos la cena y me despido de los demás para llevarme a mi mujer. El beso que le doy es urgente, con necesidad, mientras la cargo por las escaleras. Sus piernas se envuelven en mi cintura cuando la sujeto por sus nalgas y aprovecho para darle un fuerte azote. Gime en mi boca y nuestras lenguas se enredan. Gruño y la tumbo en la cama con cuidado.

—Mi amor — gime cuando mi polla roza su clítoris a través del bikini.

—¿Qué quieres? Pídelo.

Niega con los ojos cerrados y llevo mi mano a la parte baja de su bikini, metiendo los dedos en el interior para tocar su clítoris. Noto lo húmeda que está y paso mi lengua por su cuello sintiendo su pulso.

—Oh, Dioses...

—Vamos, cariño, pídelo — murmuro paseando mi nariz por su cuello.

—Hazme tuya — susurra cuando dejo de tocarla y le quito la parte de arriba dejando sus pechos expuestos.

Alza las caderas pidiendo en silencio y sonrío. Quito lo que falta y me desnudo también. No hace falta juego previo, siempre estoy listo para mi mujer y ella siempre está lista para mí.

Posiciono mi punta en su entrada y me mira esperando a que le de fuerte como a ella le gusta, sin embargo, hoy me apetece y quiero hacerlo diferente. La observo cuando entro muy lento y cierra los ojos a la vez que abre su boca soltando un gemido. Siento como la estiro y sé que ella nota cada centímetro.

—Tan jodidamente apretada — gruño y envuelve sus brazos en mi cuello.

—Más.

La sensación de estar dentro de mí mujer me altera, me pone a temblar del placer que siento. Solo ella puede ponerme así. La cabeza me da vueltas y respiro profundo intentando no perder el control.

Nuestras caderas chocan y tengo sus piernas envueltas sobre mí, otro gemido sale de su hermosa boca cuando salgo lento y entro rápido. Huele tan bien y tan dulce. Y es solo mía.

—Que descarada eres, Anneliese — aparto un mechón de su cabello y asiente.

—¿Te gusta?

—Me encanta — la beso y llevo mi mano a su pezón —, y me encanta dejar mi olor dentro de ti.

Gime arqueando la espalda. Está temblando por la necesidad de un orgasmo. Me muevo sobre ella con cuidado y levanto una de sus piernas para ponerla sobre mi hombro.

—Oh, Zack — jadea y salgo lentamente para entrar rápido y duro —. Sí, así, por favor.

Toco fondo y se muerde el labio. Me encanta verla así, deshaciéndose en mis manos mientras la hago mía. Tenso la mandíbula cuando su interior se contrae avisándome de su orgasmo y sigo dándole.

—Cuanto te amo, maldita descarada — gruño pellizcando su pezón y su orgasmo hace tensarse a mi alrededor.

Gime y siento sus espasmos mientras sigo saliendo y entrando. Jadea mi nombre una y otra vez.

—Anne — gruño en su cuello cuando el orgasmo me atraviesa y la lleno con mi semilla.

—Te amo, te amo, te amo — me besa y la hago mía durante toda la noche.

****

Está amaneciendo cuando salgo de su interior. Está exhausta, no puede mantener los ojos abiertos y le doy un beso antes de levantarme para ir al baño y coger una toalla para limpiarla.

—¿Crees que Oliver quiera hacer espaguetis a la carbonara? — pregunta y reprimo la risa.

—Sabes que lo hará, quiere ser el tío favorito — respondo aunque no estoy muy seguro de que me haya escuchado por lo cansada que está.

Regreso a la cama y abro sus piernas, viendo que tiene su sexo rojo y un poco hinchado. Paso la toalla limpiando los restos, no quiero que tenga alguna infección con el embarazo o algo.

—Me tienes que pasar las fotos que te hicieron — le digo cuando termino y me tumbo a su lado pasando mis manos por su barriga.

Ella asiente como puede pegándose más a mí. Las cortinas están cerradas para que la luz no la moleste en el día. Necesita descansar después de esta noche.

Menos mal que las habitaciones son insonorizadas o Anne se moriría de vergüenza y no saldría de la habitación.

Sigo pasando mi mano por su barriga sin poder creerme que noté a mi hermosa bebé. Astrid lo dijo, dijo que podría moverse durante estas semanas y mi mujer ya tiene 19 semanas de embarazo, haciendo cálculos, Odette podría nacer a finales de noviembre y ya estoy deseando que llegue esa fecha, aunque también me gusta ver a mi mujer llena.

Sirius ronronea, dándome a entender que a él también le gusta verla así. Está ansioso por cazar algo para la bebé, aunque ya le he explicado cien veces que ella no va a comer un conejo porque es una bebé y solo puede tomar leche. Como siempre, Sirius gruñe y corta el link para no escucharme. Este lobo está loco, no ha podido tocarme uno normal.

tampoco eres muy normal — gruñe —. Duerme ya, necesito descansar y no quiero escucharte más.

Corto el link cuando cierro los ojos y me dejo llevar por el sueño con mi mujer en mis brazos y mis manos en su barriga.

SempiternoWhere stories live. Discover now