Capítulo 23.

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Adhara

Hoy nos vamos de acampada todos juntos. Tenía muchas ganas de salir de clases para ir a casa a recoger nuestras cosas y así poder irnos al bosque.

Luca va a venir. Es muy guapo y creo que me gusta.

—No tardéis. Cuando tengáis vuestros bolsos venís a casa. Abuela Rosi ha estado haciendo comida desde esta mañana, no nos va a faltar — habla Anni.

—No, ahí está mi padre. Solo tardaré veinte minutos — le informo y nos separamos.

Anni se va con Zack, que deja un beso en su frente cuando llega a su lado.

Ese Malek... es un cabrón. Ayer lloró por lo que escuchó y me ha dicho que luego en la noche hablamos de todo lo que pasó.

Kath se va con Ethan, que hace todo lo posible por estar siempre a su lado y An se va con tía Marie que ha venido a recogerla. Creo que a Oliver le gusta, no dejaba de mirarla en la cena y en la feria.

—Hola mi preciosa niña.

—Hola, papá — lo abrazo y vamos a casa a recoger las bolsas y la comida que ha estado haciendo mamá.

—¡Hermanita! — grita mi hermano Alan y veo bajar a mi otro hermano, Elliot.

Son más pequeños, tienen diez años, pero ya son casi igual de altos que yo y los abrazo mientras ríen.

—Mis pequeños lobos — les doy un beso en sus mejillas.

Saludo a mamá antes de subir a mi habitación y cojo los bolsos, donde llevo la ropa y las cosas de higiene. Lo dejo todo en la cama bien puesto para no olvidarne de ellos y me doy una ducha, ya que en el bosque no puedo lavarme el cabello.

A los veinte minutos escucho que tocan el timbre. Debe ser mi tío Alexander que nos va a llevar a la casa de tío Kenzo.

Bajo corriendo con mis bolsos, pero a mitad de las escaleras me quedo estática. No es mi tío, es Luca, quien me da una sonrisa brillante y siento mariposas en mi interior. Diosa, ¿me gusta más de lo que creo?

—Buenas tardes, Beta — saluda a mi padre con respeto que se ha metido en medio tapando su vista.

—Buenas tardes, muchacho, ¿ha pasado algo? — veo a mi madre sonreír al lado de Luca y me alza una ceja.

Ay no, por favor. No digas nada, mami.

—¿Este es el chico que te gusta?

Mierda. Lo ha dicho.

—¿Qué dices, mamá? — me hago la loca rodando los ojos y ella suelta una carcajada.

—¿Quién eres? — pregunta Elliot con los brazos cruzados al lado de mi padre, quien lo mira con una sonrisa orgullosa.

—Soy Luca, un placer.

—Yo soy Alan — mi otro hermano le da la mano y él la agarra — te dejo que te lleves a mi hermanita si me regalas tu auto.

Jadeo ofendida por cómo me ha vendido mi hermano pequeño. Impresionante. Ya no me respetan. Todos sueltan una risa mientras miro con los ojos entrecerrados al pequeño satanás que me ha cambiado por un auto.

Carraspero. Mis mejillas deben estar como el color de las fresas. Que vergüenza...

—He venido a llevarte a casa de Anneliese — me dice. Pensaba que iba a venir mi prima Anastasia, pero tampoco me quejo.

—Mucho cuidado con mi hija, Luca. Sabes lo que está pasando, no dejes que nada les pase a ninguna — mi padre lo señala y él asiente — ya tendremos una charla cuando volváis.

—Sí, Beta.

—No, no. ¿A dónde vas a llevar a mi hermana? — dice Elliot con una ceja alzada.

—Nos vamos de acampada — le digo abriendo mucho los ojos para que deje su comportamiento tóxico — ya nos vamos.

Mamá se va a la cocina y vuelve con cuatro canastas llenas de comida. Diosa, nos vamos a llenar. Se las entrega a Luca y me despido de ellos con un abrazo y al salir veo el auto de Luca. Es igual que el de Zack y Ethan, pero en negro mate y es realmente bonito.

—Déjame ayudarte — le digo al llegar al maletero.

—¿Sabes que esto no pesa nada no? — dice con una sonrisa.

Abre el maletero y ponemos todo en orden. Hay una bolsa de gimnasio, que supongo debe ser su ropa.

—Vamos, nos están esperando — me abre la puerta y me subo con su ayuda.

Pone su mano en mi torso para alzarme y su calor traspasa el jersey de lana que llevo.

—¡¡Las manos!! — grita mi hermano Elliot desde la puerta mirando con furia a Luca y reprimo la sonrisa.

Él da la vuelta al auto y conduce hasta nuestro destino.

—Tu madre ha cocinado bastante. Y debo decir que tu hermano es un poco territorial.

—Pues verás lo que nos ha preparado mi abuela Rosi, te aseguro que ha llenado más de cuatro canastas. Comemos mucho, al menos Zack, Anne y yo. Y en cuanto a mi hermano, sí — le digo con una sonrisa.

Suelta una risa ronca y me quedo observándolo. Por todos los Dioses, Adhara, deja de mirarlo así, seguro que tienes corazones en las pupilas.

—También como mucho, ya sabes, tenemos que tener energía y alimento.

—Debes comer mucho y bien, ya que eres muy alto y tienes un cuerpo musculoso.

Me mira con una ceja alzada y desvío mi vista a la ventana. Ya estamos llegando a la casa de mi prima.

Cuando llegamos, los autos de los demás también están en la entrada y veo que está también el de Oliver. Solo que este es azul eléctrico.

—Vamos.

Bajamos para ir a la puerta que ya está abierta y entramos para ver que todos están en el salón.

—Hola, chicos — los saludo y se ponen en pie.

—Os estábamos esperando — dice Ethan y veo a mi tío Kenzo salir de su despacho.

Viene directo a nosotros. Oh, no, por favor.

—Ustedes — señala a los chicos — no quiero un solo rasguño o lágrima en los ojos de las niñas más importantes de la manada. Os llevaré al bosque y no será una acampada agradable.

Veo como Oliver y Luca tragan saliva. Zack rueda los ojos y Ethan sonríe con los brazos cruzados.

—Deja de asustarlos — habla mi tía Jade que entra al salón — Sabes de sobra que jamás dejarían que algo les pasase.

—Así es, mi Luna — Oliver habla con respeto y Luca asiente.

—Bien, ya que todo está aclarado, vamos a guardar las cosas en el auto — dice Anne.

Abuela Rosi nos entrega cinco canastas enormes llenas de comida.

—Te lo dije — le susurro a Luca que mira todo.

Después de guardar todos los bolsos, colchones y la casita temporal, nos ponemos en marcha hacia la montaña.

Zack lleva a Anne, Ethan a su adorada Kathi, Oliver va con Anastasia y yo con Luca. Voy comiendo un bocadillo de lomo, patatas y mucha verdura, me lo ha dado abuela Rosi, ya que no he comido nada al salir de clases.

—¿Quieres un poco? — le pregunto, ya que lo he visto mirar un par de veces.

Asiente con la cabeza y llevo el bocadillo a su boca. No aparta la mirada del camino. Hemos entrado en el terreno y hay muchos baches. Le da un bocado gigante y mastica soltando un gemido.

Parpadeo una, dos y hasta tres veces al escuchar ese sonido.

—Está buenísimo — exclama después de tragar y sonrío.

Le doy unos bocados más antes de que él de otro. Cuando terminamos me limpio las manos y llegamos al claro poco después.

Este fin de semana será inolvidable.

SempiternoWhere stories live. Discover now