Capítulo 70.

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Anneliese

Estamos a 13 de junio, mañana es nuestra graduación y llevamos toda la tarde aquí en el centro comercial buscando un vestido para mí. Las chicas ya tienen el suyo, pero mi barriga crece día a día y no encuentro ningún vestido que me guste. Tengo ganas de tirarme al suelo y patalear como una niña pequeña. Estoy frustrada, con hambre y con ganas de dormir.

Hemos mirado casi todas las tiendas, solo nos quedan dos y de verdad que como no encuentre ningún vestido, me graduo en pijama. En todas las anteriores, los vestido me quedaban o muy ajustados o muy grandes. No puedo dejar que una tela aplaste a mi bebé, si hubiese sabido que tendría este problema, me habría diseñado mi propio vestido, pero ya es tarde.

—Venga, no te desanimes — me calma Adha pasando un mano por mi espalda — Vamos a mirar en esas, seguro que tendrán algo.

Asiento tratando de calmarme y envitar gritar.

En cuanto entramos veo todos los vestidos que hay. Todos preciosos, cortos, largos, negros, amarillos, de todos los colores. Ojalá haya una talla adecuada para mí.

Uno azul cielo me llama la atención, pero lo veo muy pequeño y no hay más tallas. Sigo buscando y buscando y para mi mala suerte, no hay nada. Nada.

—Tranquilizate y respira — me pide Freya con voz suave — Ve a la siguiente, quizás allí hay.

Le digo a las chicas que salgamos y terminamos en la última tienda, donde espero encontrar algo.

—Bienvenidas — nos recibe una mujer que no debe tener más de cuarenta años — ¿os puedo ayudar en algo?

—Estoy buscando un vestido, pero no quiero que me quede muy justo ni muy suelto, quiero que mi bebé no se aplaste — le pido — Dime que tienes algo, por favor.

Ella suelta una risita y nos pide que la sigamos. Hay vestidos en todos lados.

—Te voy a dar varios modelos, puedes sentarte aquí mientras los traigo.

Nos sentamos en el sofá. Hay varias personas y todas están siendo atendidas. Nos preguntan si queremos algo y le pido un poco de agua. Necesito hidratarme.

—Muchas gracias — digo cuando me entregan una botella fría.

La mujer que me atendió por primera vez, llega con siete vestidos de varios colores y diferentes estilos.

—Bien, estoy segura de que estos te van a quedar y si no, miramos otros — asegura y me levanto para entrar al probador.

El primero es de un color lavanda, realmente hermoso con un escote delicado, pero siento que aplasta mi barriga y lo aparto. El siguiente me queda bien, pero no me gusta el color azul que tiene. Sigo probando hasta que solo me falta uno. Suelto un suspiro cansado cuando me lo quito y tomo el último. Es negro, con brillos y de tirante fino.

Oh, Diosa. Lo primero que pienso al ponerlo es que este es mi vestido, necesito ayuda para subir el cierre, por eso salgo y se lo muestro a las demás.

—Si el cierre sube y no me aplasta la barriga, me lo quedo — les digo un poco ansiosa y la mujer me ayuda con el cierre.

Me miro de un lado, luego del otro y por última me miro de frente, viendo que el vestido me queda genial. No aplasta mi barriga y tampoco me queda suelto. Justo lo que quería.

—Muchas gracias — le digo a la mujer que me ha salvado de ir en pijama — este vestido es precioso.

Me sonríe diciendo que me queda genial.

—Es cierto, cielito, estás hermosa — afirma Adha.

Las demás asienten y me quito el vestido para llevármelo.

SempiternoWhere stories live. Discover now