Capítulo 52.

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Anneliese

—No me mires así — le digo a mi hombre que no aparta la mirada de mi cuerpo. Estoy en ropa interior, sentada en mi tocador mientras me maquillo.

Estamos a 31 de diciembre y me estoy preparando para ir a casa donde nos esperan la familia.

—No puedo apartar la mirada cuando solo llevas esas miserables bragas y llevas las tetas al aire, joder — viene hacia a mí y planta sus manos en mis pechos.

—Zack — me río y él sigue manoseándome.

A los minutos se va gruñendo. Yo termino mi maquillaje y me quito las pinzas del cabello para que las ondas caigan libres.

Mi hombre sale vestido con ese traje que lo hace parecer un Dios y me ayuda a subir el cierre del vestido y me pone los tacones. En ese momento suena mi teléfono y veo una llamada de mi hermano.

Tenéis cinco minutos para llegar.

—Ya estamos saliendo.

—Pues date prisa, Valentino no deja de buscarte — habla y cambia la llamada por una videollamada.

—Hola bebé — le sonrío y él mira al teléfono haciendo pompas con su boca — ya vamos a salir.

Mi hermano cuelga y a los quince minutos llegamos a casa.

—Familia — habla Zack — Papá — llega a su padre y lo abraza.

—Hijo mío — le da un beso en la cabeza y se dirige a mí — ¿cómo estás, pequeña?

—Bien — lo abrazo y escucho un grito.

—Alguien está ansioso — dice mi tía Sara cuando me entrega a Valentino y mi sonrisa crece.

Está vestido con un traje y una pajarita negra. Es tan hermoso y está muy gordito, sus mejillas son rojitas y huele tan dulce.

—Mira que tenemos aquí — le toco su nariz con mi dedo y camino hacia mamá, que cada día está más hermosa — Hola mami.

Me abraza dejando una mano en su vientre y mi hombre se acerca a mí, haciendo que el bebé junte sus cejitas.

—Por los Dioses — suspira Zack y se cruza de brazos — No me vas a manipular.

Las demás se ponen a mi lado mientras pasamos la tarde juntos, esperando que la cena esté lista. Valentino está dormido en mis brazos, con un mechón de mi cabello enredado en sus deditos gordos.

—Pronto comienzan las clases — se queja Adha dejándose caer en el sofá

—Ya nos queda menos para estudiar lo que queremos — habla Kath y asiento.

—Podríamos hacer algo en estos días antes de volver a clases — propone An.

—Pensaremos algo — respondo.

Seguimos hablando hasta que abuela Rosi nos llama para que nos sentemos en la mesa. Valentino sigue dormido, así que lo dejo con cuidado en su carrito al lado de mi tía Sara.

—Gracias, cariño — posa su mano en mi mejilla y deja un beso en mi frente.

Hay de todo en la mesa y comenzamos a comer. Charlando entre nosotros. Mis padres nos cuentan anécdotas de cuando éramos pequeños.

—Ethan sólo quería estar al lado de Katherine cuando nació — dice abuela Sinnia y mi hermano sonríe — cada vez que alguien se acercaba, ponía mala cara. Solo quería su atención para él.

—Es cierto — apoya mi tía Aleska — y Anneliese se ponía celosa cuando alguien hablaba con Zack.

Por la Diosa, ¿por qué los mayores siempre nos tienen que avergonzar en las cenas contando cosas así?

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