Capítulo 62.

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Anneliese

Han pasado dos días desde que vi ese positivo en el papel. Estoy saliendo de la ducha para ir al vestidor a ponerme algo de ropa. Zack ya está vestido, sentado en la cama esperando a que termine y así poder ir a la clínica donde Astrid nos espera para ver que todo va bien y no haya peligros.

—¿Estás feliz?

—Soy el hombre más feliz, Anne — expresa pasando sus manos por detrás de mis muslos y me acerca a él — No sabes cuanto te amo.

Suelto un suspiro tembloroso cuando deja un beso en mi barriga y paso mis dedos por su cabello suave.

Me visto cuando me suelta y bajamos al auto. Llegamos en quince minutos a la clínica. En recepción me informan que Astrid está esperando por nosotros.

—Todo va a ir bien — susurra Zack antes de entrar cuando nota que estoy muy nerviosa.

Astrid nos espera sentada con una sonrisa y se levanta para recibirnos.

—Hola, Anneliese.

—Hola, Astrid — me tiembla la voz y ella aguanta la risa.

—¿En qué puedo ayudarte? — pregunta haciéndose la tonta y me muerdo los labios.

—Ya sabes a que vengo — No se si pueda hablar con los nervios que tengo.

—Sí, pero quiero que lo digas en voz alta. Creo que aún no te lo crees y déjame decirte que el olor de Zack está impregnado en ti.

Siento mis mejillas arder y no hace falta que me mire a un espejo para saber que tengo el mismo color que el de las manzanas rojas que le da la bruja a Blancanieves.

Por la Diosa, Anneliese, deja de pensar tonterías.

—Sí, deja de pensar y siéntate — se burla Freya.

Ha estado muy callada estos días y sonrío al escucharla.

—Estoy embarazada y quiero que tú lleves mi embarazo — hablo con seguridad y ella sonríe orgullosa.

—¿Hace cuánto que no tienes la menstruación? — comienza con las preguntas cuando nos sentamos.

—Me tiene que venir este mes, sobre el día dieciocho. Algunos meses tarda más, pero siempre es sobre esa fecha.

—Bien. ¿Has sentido algo diferente?

—Tengo mucho sueño — hablo mientras pienso en algunos cambios — y también mucha hambre, aunque eso es normal. Como mucho.

Ellos se ríen al escucharme, sé que mi voz tiembla y que estoy nerviosa y eso no ayuda.

—Sí, se dice que los primeros meses de embarazo son los que más cansadas nos sentimos. Te voy a pedir que te tumbes en la camilla y te quites el pantalón junto a la ropa interior. Necesito hacerte una ecografía transvaginal, primero tengo que ver que todo vaya bien.

Asiento un poco más nerviosa de lo que estaba antes y me desvisto.

—Puede que sea incómodo, pero lo haré lo más suave y rápido posible — me habla cuando me tumbo con las piernas abiertas y la mano de Zack entre las mías.

En realidad creo que me da más nervios que ella me vea desnuda a que me tenga que meter esa cosa. Sí, suena tonto, pero jamás nadie me ha visto desnuda además de Zack o Bianca, mi otra ginecóloga.

Siento el momento exacto en el que comienza a introducir el aparato y lo deja ahí mientras ella mira atenta lo que sale en la pantalla.

—Anneliese, te hago esto porque me permite comprobar las condiciones del cuello del útero — habla cuando me siente un poco tensa — también el lugar de la implantación, ya que debo saber si el feto está en la posición correcta. Con este tipo de ecografía puedo comprobar que el embrión esté bien anidado y así poder comprobar que en el embarazo no haya alguna anomalía.

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