Capítulo 38.

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Zack

La hice mía y ahora lleva mi marca. No puedo describir lo que siento ahora mismo por mi dulce mate. Tubo la confianza para pedirme lo que quería, confió en mí y eso me llena de orgullo.

—Nuestra mate — ronronea Sirius.

Está dormida y la observo. Diosa... está muy apretada y ella solo podía gemir pidiendo más. No le di tan fuerte, no quería que estuviese adolorida su primera vez. Su cara cuando llega al orgasmo es algo de lo que nunca me voy a cansar. Es preciosa.

No hay mejor formar que estrenar nuestra casa que así. Aún siento como se aferraba a mi nudo teniendo otro orgasmo. Tardó en bajar casi una hora, nunca le había dado mi nudo a nadie y ese es otro tipo de placer. Sentir como nuestros cuerpos se conectan.

—Tendremos cachorros.

—Recuerda lo que dijo ella. No quiero que te hagas ilusiones — respondo y gruñe — Sirius, lo digo enserio.

Corta el link. Está enfadado porque él también quiere cachorros, pero ella nos dijo que no sabe si puede quedar embarazada. Además, tiene planes y yo no voy a ser quien interfiera en ellos. Quiero verla brillar y que haga lo que siempre ha soñado.

Cierro los ojos recordando cómo me sentía en su interior. Tengo que calmarme y dormir un rato.

—Amor — escucho el susurro de Anne mientras deja besos en mis brazos — quiero hacerlo otra vez.

Abro los ojos para verla. Sigue desnuda, mi marca en su cuello le queda perfecta. No ha tenido que pasar ni dos horas.

La atraigo para besarla y pasar mis manos por su cuerpo.

—Estás muy ansiosa — susurro en sus labios y asiente mordiendo su labio inferior.

Veo que se levanta, dándose la vuelta y poniéndose en cuatro. Diosa, ella sabe lo que quiere y no lo pide, lo toma.

Una risa ronca y baja sale de mi garganta mientras me pongo detrás de ella, rozando mi polla con sus partes. Rodeo su cintura con mi brazo para agarrarle los pechos y dejo su espalda pegada a mi pecho.

—Esta posición es más profunda, cariño — le hago saber al oído y bajo el brazo para tocar su clítoris.

Ella mece sus caderas, dejando un rastro de sangre y excitación sobre mi polla. Me importa una mierda que me manche. Mi lobo está saltando de alegría.

—No me importa, quiero sentirte. Quiero tu nudo otra vez — pide desesperada y yo estoy para complacerla.

Me pongo en su entrada. Nuestras respiraciones son un asco y de una sola embestida me clavo hasta el final.

—¡Oh, mierda! — grita mientras la mantengo agarrada para que no caiga hacia adelante. Mi cuerpo cubre el suyo por completo y siento como mis paredes intentan tomar todo mi grosor y tamaño.

—Te dije, cariño — dejo un beso en sus hombros y la dejo caer suavemente en la cama, conmigo detrás, y me apoyo sobre mis manos para no aplastarla.

Separó un poco más sus piernas, volviendo a entrar y salir.

—Eres muy grande — murmura contra las sábanas y sonrío.

—Ahora mismo no tienes ni la mitad dentro de ti — meto mi mano entre su cuerpo para tocar su clítoris y alza el culo.

—Mi amor — gime cuando la azoto y siento su interior contrarse.

Muevo mis caderas, empujando dentro de ella, viendo como mi polla entra y sale de su canal. Le doy una embestida fuerte, dejando mi pelvis contra su trasero, penetrándola hasta el final.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora