Capítulo 5.

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Zack

Anne sigue un poco furiosa cuando salimos del restaurante, me da igual, no iba a ligar con ese niñato en mi cara. Ni con ese, ni con nadie.

—¿Fecha de la boda, enserio? Había otras formas para ahuyentar a ese humano — se burla mi lobo y niego con la cabeza.

—Fue lo primero que se me ocurrió, no me calientes la cabeza, Sirius.

—Vamos a dar un paseo, necesito bajar la comida. Estoy llena, ¿cómo descubriste este restaurante?

La miro, está pegada a mí y está hermosa como siempre.

—Eso, dile cómo supiste del restaurante — se burla mi lobo.

—Una vez vine por una cita.

Me mira con cara de pocos amigos, pero jamás le voy a mentir y veo como frunce los labios con disgusto. Tiene unos labios rellenos y bonitos.

—Pues no me traigas más, no quiero venir otra vez. Hay mejores restaurantes.

¿Está celosa? No, no te hagas ilusiones.

Paso un brazo por sus hombros para pegarla a mí cuando veo a un grupo de hombres pasar sin quitarle la vista de encima.

—Suéltame — la escucho decir — o te juro que te tiro al agua, traidor.

—Eres una descarada, Anneliese.

Volvemos al auto y antes de que cierre la puerta meto la mitad de mi cuerpo para abrochar su cinturón. Paso mi mano por su vientre hasta llegar a un lado de su cadera.

—Controla esa boca, mocosa — susurro cerca de su oreja y la escucho tragar saliva.

Conduzco hasta la manada en silencio, escuchando solo la respiración y los latidos de su corazón. Es más relajante que la música.

Al bajar, vemos a mi madre en la puerta con Ethan y Katherine. Esos dos se traen algo. Solo es unos meses más pequeña que ellos y tiene los mismos ojos que su madre.

—Kath — baja Anne y la envuelve con sus brazos — Te hemos estado esperando esta mañana, aunque ya sabíamos que no ibas a venir.

—Era muy temprano, no se cómo sigues en pie.

Siguen hablando entre ellas mientras me dirijo a mi madre.

—Mi pequeño niño — murmura con su mano en mi mejilla y sonrío.

—Tú hija está insoportable, la próxima vez que la lleve Kenzo o su hermano — le digo mientras la señalo y ella se lleva una mano al pecho haciéndose la ofendida.

—Me llevó a un restaurante que descubrió con una de sus tantas citas — reclama y le dice a su madre.

Ella levanta las cejas y me observa.

—No vuelvas a llevar a mi niña a donde has llevado a otras — me señala con su dedo y se ríe.

Niego con la cabeza intentando ocultar la risa al escuchar a Anneliese refunfuñar por lo bajo antes de llevarse a Katherine.

—Tú y yo tenemos que hablar — escucho la voz de Kenzo y lo miro — a mi despacho.

Lo sigo sin bajar la cabeza, ya que nunca me ha intimidado pero si lo respeto como Alfa y como mi segundo padre.

—¿Ha ocurrido algo? — pregunto al sentir que algo va mal.

Kenzo tensa la mandíbula asintiendo y toma asiento en su silla. Hago lo mismo frente a él y me cruzo de brazos.

—Han visto un grupo de pícaros en las barreras, son veinte en total. No sabemos quiénes son, nunca han estado por aquí y tampoco sabemos que quieren. Quiero que estés preparado para todo, no estés distraído, no podemos dejar que pasen. Pueden hacerle daño a la manada.

—No lo harán.

Asiente a lo que dice y veo el orgullo en sus ojos. Se levanta para servirse un vaso de whisky y se vuelve a sentar.

—Ahora, hablemos de Anneliese. Antes de nada, déjame terminar y escucha todo.

Levanto una ceja esperando a que me diga lo que tiene en mente. Nunca se sabe con un loco como Kenzo.

—Pronto será su transformación, en unas semanas largas. Puede encontrar a su mate — me tenso y trago saliva escuchando lo que dice — puede que seas tú o cualquiera. Sinceramente, espero que seas tú, Zack, pero si no es así, tienes que dejarla ir. Sé lo que sientes por ella, te ví con cuatros años mirar a mi hija como si fuera una deidad para ti, siempre la intentabas consolar cuando lloraba o la cuidabas cuando intentaba dar sus primeros pasos, entiendo el amor que le tienes y no es de hermanos, pero si no es tu mate, déjala ir.

Trago el nudo que tengo en la garganta al saber que todo lo que dice es verdad. Me ha traído loco desde que la vi ese primer día cuando nació, desde ese momento, mis pensamientos sólo han estado en Anneliese.

—Espero que seas tú, Zack.

Me da un apretón en el hombro antes de que salgamos al salón y me despido de él y mi madre para despejar mi mente.

SempiternoWhere stories live. Discover now