-No muerdo, Kid- hablo sin moverse, moviendo la cola con ligera diversión al escuchar un bufido medio ahogado. -Puedes acercarte, no voy a atacarte o algo así-

-No temo por eso- al fin se acercó, sus dedos jugando ligeramente con los largos extremos de su bandana, luciendo algo avergonzado. -Puedo contra ti ahora...- hay una sonrisa casi creída en su rostro. -...pero...- su sonrisa se volvió al más suave y melancólico. -...es bueno ver que no eres una marioneta-

-Ella lo llevo al extremo en tu mundo, ¿Eh?- enarco una ceja, agradecido mentalmente de que las cosas no hubieran salido tan mal allí. El hielo había sido malo, no quería ni imaginar lo que sería la sensación de ella destruyendo su conciencia y espíritu hasta volverlo un cascarón vacío. Eso sonaba horrible. -¿Todo bien?- puede notar las manos ajenas temblar, como si se estuviera controlando a si mismo.

-¿Puedo ver una cosa?- lo mira, alzando las manos en un gesto claro.

-Adelante- se encogió de hombros y de repente, hay manos en sus mejillas, se sienten algo rasposas a causa de múltiples batallas pero que se mantienen amables, con dedos cuidadosos que casi parecen revisarlo y ojos oscuros que lo analizan. -Una foto te duraría mucho más, ¿sabes?- rompe el silencio, porque todo el momento se siente extrañamente íntimo, pero no se aleja.

-Quizás- sonrió, pequeño y divertido, tardando unos segundos en soltarlo y retroceder, sentándose cercar del mono. -No eres el Macaque de mi mundo y creo que esto ya no servirá de nada pero...- lo miro, casi suplicante. -...cuéntame algo de ti, lo que quieras-

-¿Algo de mi?- usualmente, evitaría ese tipo de preguntas, pero los ojos brillantes que lo miran están llenos de esperanza y tantas cosas que no puede negarse. Se está ablandando, es culpa de MK. -Me gusta dibujar...- puede ver como la sonrisa ajena se agranda, obviamente contento con eso. -...y en mi opinión, soy el mejor actor de esta ciudad- se permite divagar, con el sucesor de otro mundo escuchándolo atentamente, luciendo extrañamente en paz.

... ... ... ...

Wukong apenas pudo parpadear antes de que sus monos se le lanzarán encima, algunos con pánico y otros con emoción, todos exclamando que había un intruso en su montaña. Fue rápido en moverse, el pelaje erizado y un gruñido amenazando con salir, dispuesto a patear el trasero de quien había decidido invadir su propiedad, solo para llevarse una gran sorpresa.

-¿Bud?- ver a esa versión de su alumno en su montaña, después de ser evitado cual plaga, es algo que realmente no esperaba. Estaba en su cueva de trofeos, en donde había acumulado tantas cosas que ni siquiera recordaba todas, rebuscando.

-Vaya...- lo miro, parpadeando lento y pausado, casi pensativo. -...ya nadie me llama así...- hizo una mueca. -...o ya nadie me llama en general- bufo. -Que triste- le dio la espalda y miro a su alrededor, buscando algo que el mayor desconocía.

-¿Puedo...ayudarte en algo?- se acercó con pasos tentativos, sin saber como relacionarse. El Monkey King de esa versión se había ido y nunca volvió, dejando al chico solo para lidiar con los problemas que había evitado durante décadas, solo para perder todo y a todos los que conocía. Se sentía mal.

-Estoy buscando algo, sé que tiene que estar aquí- tarareo y algo pareció venir a su mente, enderezándose para voltearse y ver al mono. De su boca sale un extraño chillido que el dios reconoce, viendo con asombro como sus monos correr para acercarse al chico, quien parece contento mientras extiendo los brazos en un claro gesto. Uno se sube a su hombro, inclinándose para escuchar lo que parecen ser instrucciones, chillando en acuerdo y diciéndole algo a los demás antes de adentrarse entre las cosas, todos dispuesto a buscar.

-¿Cómo es que...?- señaló con curiosidad.

-Me quede un tiempo en la montaña y aprendí algunas cosas sobre ellos- tarareo con tranquilidad, al parecer confiando en que los pequeños encontrarían lo que buscaba. -Tu no me elegiste, ¿verdad?- la pregunta tomo al mono por sorpresa, quien miro la espalda de Xiaotian, moviendo ligeramente la cola con algo de nerviosismo repentino. Esa era una pregunta que había esperado jamás tener que contestar.

-No, no lo hice- decidió que después de todo, ese chico en particular merecía algo de verdad. -Fue repentino y ni siquiera me dijeron quien iba a ser pero si que yo lo sabría con sólo mirarlo- fue un poco repentino, un mensaje sin nombre, que le decía eso y nada más. -Supe que eras tu en cuanto te vi bailando con esos auriculares a todo volumen...- sonrió ligeramente en el recuerdo. Había sentido algo diferente en ese humano particular desde que lo vio entrar a la construcción en el peor momento de todos, la razón principal por lo que los siguió de cerca a partir de ahí. -...pero no te elegí, simplemente te encontré- eso era algo de lo que iba a tener que hablar con MK.

-¿Significa que no lo sabes?- se volteo a mirarlo, con los ojos brillando con tantos sentimientos que era difícil de describir, pero a pesar de su postura tensa, el dios pudo notar algo de alivio en su expresión.

-¿Saber qué?- enarco una ceja, sinceramente confundido y eso pareció notarse porque el castaño abrió ligeramente los ojos, sorprendido.

-...en serio no lo sabes...- parece anonadado y eso solo aumenta la confusión ajena. El momento fue interrumpido cuando los monos se acercaron, chillando con entusiasmo y con uno de ellos mostrando en señal de victoria algo que llamo la atención del dios. -Lo encontraron- sonrió suavemente, murmurando un agradecimiento mientras tomaba el pergamino de aspecto extraño entre sus manso, con cuidado de no abrirlo.

-...el pergamino de memoria...- no lo había visto en mucho tiempo, se había esforzado mucho en ignorarlo hasta casi el olvido.

-Tengo que hablar con MK primero pero...- frunció el ceño hacia el pergamino de madera, dejando escapar un suspiro de cansancio. -...por ahora, te diré que se acercan problemas- y el dios tiene un mal presentimiento sobre eso.

~Monkie Kid~ 6️⃣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora