CAPITULO XXXIV

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En medio de mis pensamientos, el silencio invade gran parte de la habitación, haciéndome sentir, aún más deprimida, de lo que, ya estaba

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En medio de mis pensamientos, el silencio invade gran parte de la habitación, haciéndome sentir, aún más deprimida, de lo que, ya estaba. Con mi cabellera desordenada y el uniforme a medio poner, no puedo quitar la vista del reloj, contabilizando cada una de las horas, que faltan para la partida de Daniel. Mi corazón late con fuerza y una fuerte presión se siente en él, mientras que, no puedo dejar de rememorar, cada una de sus palabras, dichas hace tan solo un día.

—¡Mierda! —exclamo molesta, lanzando lejos mi zapatilla, al no podérmela poner.

—Veo que, estás pasando por un mal día —le oigo decir a Joan, quien mientras recoge mi zapatilla, me queda mirando con seriedad.

—¿Qué necesitas? —interrogo furiosa, mirando hacia otro lado, mientras recibo la zapatilla de vuelta.

—No has salido en todo el día, no respondes llamadas y parece como si aún no te hubieses bañado —señala mi cabello, el cual no he peinado desde ayer —supe que Daniel se irá al servicio ¿Es por eso?

No quiero mostrar debilidad, lo que menos deseo, es comenzar a llorar en sus brazos, pero la verdad es que, no hay momento en el que no duela. Sus labios, sus ojos, su sonrisa ¿Cómo podría dejar todo eso atrás? Sé bien que, su propuesta no fue en vano, ni con mala intención, pero ¿Cómo pudo ser capaz de ofrecerme terminar, con todo lo que hemos formado? Todo lo que hemos vivido, por un segundo, pensó en dejar atrás, dándome la oportunidad de dejarlo, ignorando por completo, lo mucho que siento por él.

Sin siquiera notarlo, me encuentro abrazada de Joan, quien acaricia mi cabello, mientras dejo caer lágrimas con fuerza. Tan solo quedan cinco horas, para la ida del castaño y la verdad es que, no sé qué hacer ¿Debería ir en su búsqueda? Deseosa, por poder pensar con mayor tranquilidad, saco un cigarrillo de mis cajones, ignorando por completo, la presencia de la anterior presidente de alumnos, quien, sin decir nada, me queda mirando en silencio.

—¡Ah! —da un leve suspiro, caminando hacia la puerta —arréglate ese cabello y ven a verme a la oficina en quince minutos, no demores.

Lista para reencontrarme con ella, camino por los pasillos con rapidez, ignorando por completo, la presencia de mi exnovio enfrente de mí, quien esperanzado por conseguir algo conmigo, termina tapándome la pasada, con uno de sus musculosos brazos, apoyado a la pared. Molesta, no puedo evitar rodar mis ojos hacia un lado, dando un abrupto suspiro, el cual le hace saber, lo poco agradable que está siendo nuestro encuentro.

—Supe que el tonto de tu novio se irá —habla, apegándose bruscamente hacia mí —debes estar muy apenada, me preguntaba si querrías compañía esta noche —acaricia mi cabello, como si creyera que volvería a estar con él, después de todo lo que me ha hecho, en compañía de su novia.

—Escúchame bien esto —respondo, apegándome a su oído con sutileza —ni, aunque Daniel se fuera por mil años, volvería a estar con alguien como tú —dándole la espalda —ahora, si me disculpas, tengo mejores cosas que hacer, que ver tu cara.

LA MIRADA DE UNA EMBUSTERA I [EN CORRECCION]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora