CAPÍTULO V

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Nuestros labios se encuentran apegados uno al otro, sus manos sostienen mis caderas con fuerza y puedo sentir como mis mejillas se ruborizan levemente

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Nuestros labios se encuentran apegados uno al otro, sus manos sostienen mis caderas con fuerza y puedo sentir como mis mejillas se ruborizan levemente. Quiero continuar así unos segundos más, pero David se aleja de mí con tanta prisa, que me hace sentir como si se arrepintiera de haberme besado, puedo verlo en sus ojos, sus manos están inquietas a pesar de haber comenzado con el coqueteo, es probable que algo además de mí le esté molestando, pero ¿Qué es?

—Esto no está bien —le oigo decir mientras se acomoda la corbata —esto...no debe ser, eres una estudiante y yo un profesor.

Con el término de sus palabras, toma su celular del escritorio y sale rápidamente, negándome siquiera poderle contestar. «¿Qué carajos?», pienso sorprendida, después de todo en más de una ocasión se me ha insinuado, pero ahora que decido tomar las riendas del asunto termina huyendo como un adolescente inexperto, ¿Será que a pesar de su edad es virgen y solo aparentaba ser más experimentando? No, no lo creo, debe ser más que eso.

Me siento molesta, deseaba poder continuar besándolo unos minutos más, pero ya que. Al detenerme en la puerta acomodo mi falda percatándome de la presencia de Bastian, quien desde el fondo del pasillo me mira enojado como si supiera todo lo que acaba de pasar. Esta es mi oportunidad para molestarlo, así que asegurándome de que me esté mirando, limpio mi labio con el dedo medio de mi mano derecha, sin poder evitar darle una sonrisa tan fastidiosa que hasta a mí me asquearía. Segura de que ya lo alteré lo suficiente, me retiro hasta mi habitación.

Ya es hora, la pijamada está a punto de dar inicio y a pesar de que nadie ha llegado a la habitación, me coloco el pijama con tal de poder sentarme a fumar. Desde el ventanal puedo ver la oscuridad de la noche y las relucientes estrellas sobre mi cabeza, cuanto desearía poder continuar contemplándolas con mayor concentración, pero la verdad es que tan solo puedo pensar en David y su repentina huida. ¿Será que en realidad no le gusto? El espejo está frente a mí, puedo ver mi pálido rostro sin maquillaje y mi voluptuoso cuerpo tapado por tan solo un vestido de color negro, el que resalta por su decorado escote del que no me aburro de enseñar.

Entre pensamientos, puedo sentir como alguien ingresa a la habitación, es Félix. Exaltada, tiro el cigarro para afuera y me pongo de pie rápidamente, fingiendo agradecimiento por su llegada. Sonriente, observo el short corto y camisa de pijama que utiliza, está más que claro que es gay, pero la verdad es que no creí llegar a verlo con algo que lo dejara aún más a relucir.

—Es broma que estabas fumando —me dice cerrando la puerta con rapidez —no es correcto que hagas eso.

—¿Eh? —exclamo sorprendida —no, solo...

—Porque no puedes fumar sin mí, además—saca de entre sus bolsas una más pequeña con marihuana— traje algo mucho mejor —susurra acercándose.

¡¿Es una broma?! Jamás creí que diría esto, pero este chico podría llegar a ser mi mejor amigo, claramente es lo que necesito en mi vida, aún más cuando es capaz de pasear por toda la escuela con droga sin que nadie se entere. Mi sonrisa torna a ser verdadera y sin poder decir ni una sola palabra recibo el cogollo que prepara para mí.

LA MIRADA DE UNA EMBUSTERA I [EN CORRECCION]Where stories live. Discover now