CAPITULO VII

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Pum, pum hace mi corazón como si fuese a estallar, mis manos están sudando y un molesto nudo en la garganta no me deja poder hablar

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Pum, pum hace mi corazón como si fuese a estallar, mis manos están sudando y un molesto nudo en la garganta no me deja poder hablar. Puedo ver como nadie es capaz de dialogar, los que creí ser mis amigos se miran las caras en silencio y el grupo de chicas que creí derrotar se burlan como si fuesen las ganadoras de nuestro encuentro. Puedo aceptar muchas cosas, pero el ser humillada no es una de ellas, es por eso que doy un leve suspiro y con la cabeza en alto, camino hasta quedar en frente de todos dispuesta a hablar.

—Puedo ver que ya iniciaron la clase —me recojo el cabello —para quienes hayan decidido adelantar información sobre la materia, mis más grandes felicitaciones —sonrío mirando la fotografía —nuestro texto a leer era una de las más grandes frases de Benjamín Franklin, en la que nos dice ... "La energía y la persistencia conquistan todas las cosas" —con ironía —me sorprende que quien haya escogido esta imagen mía como referencia, lograra comprender sus palabras tan rápido. Es más, me entusiasma ser un claro ejemplo para quien la haya preferido —miro de reojo a Bastian y su novia —después de todo, fue gracias a mi deseo de superar todos los obstáculos que se me presentaron, el motivo por el que me veo así hoy en día. Sin más que decir —apago el proyector —creo que ya es hora de permitirle al profesor comenzar con la clase, ¿no es así? —miro a David.

—Si —responde sorprendido. De seguro no puede creer mi reacción.

No estoy segura de haber estado bien con mis palabras, pero al término de la clase, más de uno de los presentes se me acerca con tal de felicitar mi valentía, lo que termina dándome puntos a favor. Los últimos en acercarse son Félix y las demás chicas del equipo, salvo Jenny, quienes se disculpan casi a llantos por no haber sabido actuar correctamente. «Como si fuese a creerles, malditas ratas traicioneras» Pienso, molesta, mientras finjo no darle importancia a lo sucedido.

—No hay de que disculparse —toco sus hombros, sonriente —de seguro fue difícil no saber qué hacer.

—¿Vamos juntos a entrenar? —interroga Félix.

—Adelántense, tengo algunas cosas que hacer.

Una vez a solas en el salón de clases, tomo mis libros y comienzo a caminar dispuesta a retirarme, hasta que siento la varonil voz de Bastian sonar desde la lejanía, logrando hacerme dar media vuelta. Puedo ver sus hipnotizantes ojos, mirarme con detenimiento, logrando que cada parte de mí se estremezca como en nuestro primer beso. ¿Por qué no puedo dejar de sentir esto? Inconscientemente, me acerco a él y a pesar de que mi mente me ruega marcharme, es como si mi cuerpo se mandara solo, sin darme cuenta ya estoy frente a él.

—¿Y tu novia? —pregunto arrepintiéndome casi de inmediato. ¿Qué clase de exnovia se preocupa por la actual? Soy una estúpida.

—Se fue antes, necesitaba hablar contigo sobre algo.

No quiero escuchar sus palabras, deseo tanto estar junto a él, pero sé bien que no debo hacerlo, es por eso que doy media vuelta esperando ponerme en marcha, sin tener resultados, pues por un motivo que no quiero averiguar, me sostiene de la muñeca como si su siguiente paso fuese besarme.

LA MIRADA DE UNA EMBUSTERA I [EN CORRECCION]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora