CAPITULO XV

65 22 22
                                    

Sus ojos no dejan de mirar directamente a los míos, sus manos parecen querer continuarme tocando y una seductora sonrisa invade su rostro, haciéndome sentir tan nerviosa, como para intentarme alejar de él, pero este no me lo permite, ya que, me co...

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.

Sus ojos no dejan de mirar directamente a los míos, sus manos parecen querer continuarme tocando y una seductora sonrisa invade su rostro, haciéndome sentir tan nerviosa, como para intentarme alejar de él, pero este no me lo permite, ya que, me coge del brazo y recuesta entre ambos asientos, quedando alejados de los demás, solamente por la cortina que nos cubre. Puedo verlo estar sobre mí, mirándome como si tuviera absolutamente todo calculado, mientras acaricia mis muslos con suavidad. Cuanto extrañaba este sentimiento.

—Deberías dejar de buscar excusas para acercarte —se mofa alejándose, para volver a mirar su celular —creí que irías al baño ¿Por qué continúas mirándome?

Al oírlo burlarse, viro mis ojos hacia otro lado, ignorando por completo sus palabras y colocándome nuevamente de pie, esta vez con la precaución de no caer nuevamente sobre él, hasta lograr salir al pasillo. —Imbécil —murmuro furiosa, caminando con velocidad hasta el baño, lográndome percatar, de que, todos los presentes se encuentran durmiendo, excepto nosotros.

Una vez en mi destino, me dispongo a cerrar la puerta, siendo interceptada por David, quien además de adentrarse junto a mí, termina encerrándonos. Sin saber qué es lo que realmente quiere de mí, le pido dejarme a solas, pero este no solo me acorrala entre sus brazos, sino que además se dispone a quitarse la corbata y amarrar mis manos con ella. Esto me recuerda a lo vivido anteriormente en su oficina.

Queriendo tener explicaciones, me hace callar con un leve susurro en el oído, mientras baja mis pantalones, para luego golpearme en una nalga. Puedo ver mi rostro en pequeño espejo, estoy sonrojada y no solo eso, no logro recordar con qué ropa interior ando. ¿Y si me puse los calzones de abuelita? Dispuesta a dejarme hacer lo que él desee, cierro mis ojos con rapidez, lográndome percatar de que no hace nada más.

—Lo que quiera que sea que estés pensando —habla, apegando su rostro al mío, dejándome sentir su entrepierna rozar mis glúteos —pudo haberse hecho realidad, si me hubieses aceptado —suelta mis manos y da una leve carcajada —lástima, que ya tuviste tu oportunidad.

Con el término de sus palabras, sale del baño dejándome sin palabras, ¿Qué es lo que acaba de suceder? Nerviosa, cierro la puerta con pestillo y acomodo mis pantalones con seriedad, revisando al mismo tiempo, que mi lencería, sea una que esté dispuesta a mostrar. «Suerte que me puse los de encaje rojo» Pienso, mientras termino de arreglarme.

Me veo frente al espejo, revisando los moretones de mi cuerpo, los que aún no han desaparecido del todo. La bufanda es buena, pues tapa la marca de mi cuello y cubre un poco mi pecho, el que me agrada tanto mostrar. De entre mis bolsillos, saco una crema, la que paso por cada uno de ellos, percatándome de que el bus se ha detenido.

—Hemos llegado —oigo la voz de David, quien, de seguro, debe estar despertando a todos.

Apresurada por salir, guardo mis cosas y abro la puerta del baño, quedando de frente con el profesor, quien me queda mirando, con una molesta sonrisa. Detesto que se burle de mí, apenas ha vuelto y continua con su estúpido jugueteo. Intentando ignorarlo, voy hasta donde estaba mi asiento, en donde saco mi maleta de la porta equipajes y le hago una señal a Vanessa para bajar.

LA MIRADA DE UNA EMBUSTERA I [EN CORRECCION]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt