CAPITULO XXXII

44 16 3
                                    

«¡Rayos! ¿Qué se supone que, estoy haciendo aquí?» Pienso nerviosa, ante la situación en la que me encuentro

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

«¡Rayos! ¿Qué se supone que, estoy haciendo aquí?» Pienso nerviosa, ante la situación en la que me encuentro. Sentada entre Daniel y su madre, en lo único que puedo pensar, es en que, me sorprende la amabilidad con la que me trata, aún más, cuando nuestro primer encuentro, fue en la cama con su hijo.

—Me dijiste que, tu nombre es Jessica ¿No es así? —interroga la mujer, mirándome con una estremecedora sonrisa —esto es genial, sabía que llegaría el día, en el que, mi querido Daniel se despegaría de esos videojuegos y sentaría cabeza, encontrando a una linda chica como tú —toma mi mano, haciéndome sentir, aún más incómoda de lo que ya estoy —no sabes cuanto me emociona tu presencia.

—Ya déjala en paz, mamá —murmura Daniel enfadado, mirándome con vergüenza —además, ni siquiera sé, como es que, encontraste mi habitación.

—¡Oh! —exclama la señora, rebuscando entre su bolso —esto me ayudó —enseña una fotografía de un niño de tres años, en el que, se encuentra totalmente desnudo —se lo enseñé a varios chicos y para mi suerte uno de ellos te reconoció.

—¿Es una broma? —veo a Daniel enfurecerse, abalanzándose sobre ella, dejándome en medio de su forcejeo, todo por intentar conseguir la foto —¡Dámela!

—¡Claro que no! Es mía —se queja, alejándose de él, esperando a llegar pronto.

No puedo evitar sonreír, la verdad es que, la situación en la que nos encontramos, es más cómica de lo que esperaba. Tras media hora de viaje, nos detenemos frente a unos departamentos, en donde ingresamos, por mandato de la madre de Daniel, quien, con una deslumbrante sonrisa, se para, frente a una de las puertas de su interior, enseñando unas llaves a su hijo. Sin decir nada, ingresamos a él, percatándonos de que, además de estar desamueblado, tiene unas enormes letras, colgando del pasillo, en donde dice: "Feliz pronta graduación". «Está hermoso» Pienso, mirando cada una de las habitaciones.

—¿Qué es todo esto? —interroga el castaño —¿Te mudarás?

—Tú lo harás —responde, caminando hacia él —tu papá y yo hemos conseguido este arriendo, para que te vengas a vivir solo, una vez te gradúes —me queda mirando detenidamente —además, ahora que tienes novia, necesitarás un lugar, donde poder hacer cosas a solas. No como en esta mañana —me cierra un ojo, haciéndome sentir tan avergonzada, como para sonrojarme de inmediato.

Al ver la hora, recuerdo que debo estudiar para mis exámenes, es por eso que, me disculpo y aprovechando la situación, busco una excusa para poderme retirar. No puedo evitar sentirme una idiota, aún más cuando, beso en la mejilla al chico frente a mí, quien, dispuesto a besarme en los labios, me queda mirando con desilusión. Mi corazón late con fuerza y a pesar de haberlo querido besar, las palabras de su madre, me hacen sentir intranquila, no solo porque me atrae sexualmente, sino porque, además, me da miedo de que me rechace, una vez sepa de mi reciente alta, por una infección de transmisión sexual.

LA MIRADA DE UNA EMBUSTERA I [EN CORRECCION]Where stories live. Discover now