C U A T R O . C I N C O

363 41 2
                                    

⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯


El aire quedó atrapado en sus pulmones al segundo de haber descendido por aquel hueco y tocado el suelo del búnker. Probablemente fuese por la terrible calidad de aire, o, también, por los nervios que estaban carcomiéndolo de adentro hacia afuera.

La primera persona que saludo fue a su hermana, luego, Adriel se acercó, y los dos compartieron un largo abrazo de hermanos que Bellamy realmente había estado esperando por seis largos años. Sus siguientes palabras, después de separarse de Adriel, carecían del aire que no transcurría con normalidad por sus pulmones.

—¿Dónde está?

No tenía que especificar nada, Adriel sabía perfectamente de quién estaba hablando. El muchacho sonrió de oreja a oreja y salió corriendo, Bellamy supuso que en busca de su hermana.

—¿Qué estás esperando, idiota? ¡Vamos! —Aren, quien no tenía un ápice de paciencia para esperar a que Adriel regresara, lo arrastró del brazo para que, junto a Isadora, siguieran el rastro del castaño.

En el camino, encontraron primero a una cara conocida, Aren e Isadora se detuvieron para saludar a Dominico con un abrazo, y el hombre, que se veía más cansado, flaco y derrotado que la última vez que lo vio, rio con alegría mientras abrazaba a los dos terrestres.

—¿Puedes llevarnos a ella? —preguntó Bellamy una vez terminaron los abrazos.

Dominico palmeó su brazo, como si también le agradara verlo con vida, y asintió con una sonrisa. El hombre caminaba con la ayuda de un bastón ahora, por lo que el camino se le hacía cada vez más eterno, pero al menos así, con el tiempo extra, tendría la posibilidad de pensar mejor sus palabras, aunque supiera ya que, cuando la viera, todo pensamiento racional o palabras ensayadas se perderían en sus ojos.

—¡Alguien por favor puede sacarme de esta camilla! —al estar en la entrada de lo que parecía ser la enfermería, los tres se paralizaron al escuchar la distintiva voz autoritaria de la Terra Magna.

El corazón de Bellamy jamás había latido con tanta anticipación, con tantos nervios. El primero en reaccionar fue Aren, quien entró corriendo sin esperar más, luego, Isadora, con lágrimas en los ojos, le siguió el paso. Bellamy se quedó parado ahí, inmóvil, por unos segundos más, hasta que sintió una cálida mano en su hombro y se volteó para ver el rostro sonriente del Ignis, dándole la valentía que necesitaba para dar ese paso, y cruzar esa puerta.

Ahí, al otro lado, todavía siendo fuertemente sostenida por Isadora, estaba Coriane.

Su Coriane. Quien levantó la mirada en cuanto entró, y sus ojos, oh, esos ojos con los que había soñado todos los días por seis años, le devolvieron una parte de ese oxígeno que no había tenido.

⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯

—¡Alguien por favor puede sacarme de esta camilla! —cuestionó cuando ninguno de los cuatro presentes parecía poder reaccionar.

𝓣𝓮𝓻𝓻𝓪 ↬ b. blakeWhere stories live. Discover now