U N O . C I N C O

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La habitación seguía siendo la misma, e Isaac seguía yendo a la misma hora por los últimos seis años, esperando algo, cualquier cosa. Pero todo era siempre lo mismo. La habitación, la hora, Coriane. Todo era lo mismo.

—¿Qué están haciendo? —preguntó en cuanto llegó a la entrada del bunker.

—¿Qué parece?, cerrando las puertas.

Coriane se volteó hacia Kane y Abigail, los ojos abiertos con incredulidad.

—Detengan esto, ahora mismo —amenazó con los dientes apretados y la cara pintada con colera.

—Coriane...

—¡Que paren de inmediato! No saben lo que están haciendo, ellos volverán, ellos...

De repente, el mundo comenzó a darle vueltas, de casi estar atacando a ambos adultos con su rabia, comenzó a tambalearse y a perder el equilibrio, de repente toda la habitación comenzó a darle vueltas, y las voces en su cabeza comenzaron a gritar y a dolerle tanto que se quejó agarrándose la cabeza con desesperación.

—¿Ann? Ann, ¿qué pasa? —Odeya se acercó corriendo mientras Isaac y Jensen corrían a socorrerla por ambos lados.

—Deya, ¿qué pasa? —le preguntó Adriel angustiado por su hermana.

—No lo...

El tremendo grito de dolor que estallo de la Magna detuvo las palabras de Odeya, por un momento nadie se movió, solo se escuchaban los gritos de Coriane contrastando con los de la rubia mientras trataba de traerla de vuelta, duro unos segundos en los que Jensen e Isaac también gritaban desesperados, por Coriane y rogándole a Odeya que hiciera algo, pero segundos después se detuvo, Coriane paro de gritar de la nada, y justo cuando pensaron que todo había pasado, la muchacha cayó inconsciente en los brazos de los muchachos.

—¡Ann! —llamó Adriel desesperado.

Todos comenzaron a entrar en pánico, todos le pedían a Odeya que hiciera algo, la madre de la muchacha, Elara, corrió para ayudar tanto a la rubia como a su hija, tratando de evitar a toda costa entrar en pánico ella también.

—Tenemos que acomodarla en algún lugar, ¿hay alguna enfermería por aquí?

Cuando Abigail señalo la dirección, Isaac y Jensen no perdieron un segundo en seguirla. En cuanto llegaron, colocaron a la castaña en una camilla e hicieron espacio para que Odeya y Abigail pudieran ayudarla.

—Odeya ¿qué pasa? —insistió su hermano.

—No lo sé, no lo sé, no está respondiendo, necesito...necesito hacer una infusión, o...Abby, Abby tú...tú tienes ¿medicamentos? ¿Puedes darle algo? Por favor...

𝓣𝓮𝓻𝓻𝓪 ↬ b. blakeOù les histoires vivent. Découvrez maintenant