D O S . C U A T R O

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—No me estas dando soluciones —bufó Roan.

—Y tú no me estas dando tiempo —reiteró Coriane, exhausta.

—¡No tenemos tiempo! —Roan golpeó un puño contra la mesa pero Coriane de inmediato se levantó de su asiento, todo el cansancio deseando de su rostro y en cambio pura seriedad mortal.

—No subas tu tono de voz conmigo, Roan, no olvides con quién estas hablando.

El hombre tomó aire profundo y cerró los ojos por un momento, cuando recuperó la calma, asintió en manera de disculpa y volvió a abrir los ojos.

—Lo siento. Pero Skaikru esta teniendo más resultados, tienen un plan, pero no puedo poner todo en riesgo por una simple idea.

—Ya sé que no podemos hacerlo, pero ¿qué quieres que haga? Todos los días hago la misma pregunta y todos los días me recibe la misma respuesta, y contigo, Skaikru y básicamente el mundo entero presionándome no puedo hacer nada con calma.

Roan se quedó en silencio, mirando a la mesa. Él, aparte de sus hermanos, era el único otro terrestre enterado de la Praimfaya, y la presión del Comandante solo aumentaba al día, sus noches estaban plagadas por malos sueños y preguntas sin responder, callejones sin salida, y sus días de presiones insoportables y dolores de cabeza.
Tomó aire profundo y relajó lo más posible sus músculos, mirando al hombre a los ojos.

—Tengo que tomar aire —y sin esperar una respuesta comenzó a caminar hacia la salida, pero al estar a punto de salir se detuvo, las palabras en su boca, y se dio la media vuelta para decírselas al Rey—. ¿Quieres que te sea honesta, Roan? Lo que debería preocuparte ahora no es Pramfaya, al menos no por el momento, porque de cualquier forma yo encontrare la manera de sobrevivir, cueste lo que cueste. No, lo que debería preocuparte ahora es la enorme fila qué hay para conseguir tu cabeza.

Y con eso salió de una vez por todas de la habitación con Astrid pisándole los talones.

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Coriane y sus hermanos se habían instalado temporalmente en Arkadia, el poco deseo que tenía de ver al Rey de Azgeda y su lacaya siendo la razón, además de la tarea que Skaikru le había pedido hacer que, hasta ahora, resultaba casi imposible.

¡Carajo!

—Ufff, eso no se escucha muy bonito —la voz de Bellamy interrumpió su frustración interminable.

—¿Te lo traduzco?

—Ya veo, estamos de mal humor.

𝓣𝓮𝓻𝓻𝓪 ↬ b. blakeWhere stories live. Discover now