恨 (Hèn) | 𝘊𝘩𝘰𝘪 𝘚𝘰𝘰𝘣𝘪𝘯

Final.

Los cortos pies de la chica apenas tocaban el suelo mientras se columpiaba lentamente.
No había ni una sola persona a su al rededor, y era entendible, nadie saldría al parque mientras llueve a cántaros.

La soledad jugaba de su lado, ya que de esa manera podía desahogarse y llorar todo lo que quisiese, sin nadie cerca que la mirase de mala manera o se preocupase por ella.

Las gotas saladas que salían de sus ojos parecían simple agua de lluvia, pero obviamente no lo eran y se podía percibir por el rojo de sus ojos.

Sí, definitivamente necesitaba eso, llorar y llorar, soltar todo lo que callaba desde hace un tiempo, quizás después de esto estaría mejor con ella misma, un poco enferma desde luego, pero con un peso menos sobre sus hombros.

Soltó una pequeña sonrisa de lado. A pesar de estar a gusto con el momento de soledad, necesitaba un fuerte abrazo, sabía que con eso lograría soltarlo todo.

Pero obviamente no molestaría a nadie con sus problemas.

-Y si... -negó repetidas veces.

La imagen de una Yeji sonriente y brincando de alegría pasó por su cabeza. En estos momentos debía de estar en Incheon con su familia.

Yeonjun y Yewon... posiblemente ocupados limpiando la cafetería.

Yuna de seguro se encontraba durmiendo en el sofá luego de pasarse la madrugada entera viendo películas.

Y Soobin... la verdad no tenía ni la menor idea, hacía tres días no hablaba con él, la última vez fue la llamada que le hizo al chico por año nuevo.

Negó con su cabeza, recordándose una vez más que no molestaría a nadie con su presencia, aún así lo necesitase con todo su ser.

-Volvamos a casa. -habló consigo misma.

¿de verdad quería volver a casa?

¿así en ese estado?

No era la mejor opción, desde luego que no.

Se levantó del columpio en el que se pasó sentada al rededor de una hora y comenzó a caminar a... algún lugar.

Solo movía sus pies, no tenía un sitio fijo a donde ir. Caminaría hasta encontrar paz.

Mientras "paseaba" por las calles poco transitadas de Seul -debido a la fuerte lluvia- recordaba los momentos de su vida en los que fue feliz y no lo supo. La mayoría de aquellos momentos fueron junto a sus padres, los que por desgracia e injusticia ya no estaban junto a ella. Se dio cuenta de la gran falta que le hacían justo ese día, cuando al llegar a la tumba de ambos no pudo evitar soltar las lágrimas que estuvo guardando durante algunos meses.

Nunca se imaginó una vida sin sus adorados padres, pero el destino se encargó de arrebatarle de la peor forma a las dos personas que más amaba, fue como un balde de agua helada en una fría noche de diciembre.

Agradecía a todos los que la ayudaron, su familia y amigos, que le dieron su tiempo y de alguna forma supieron sanar el dolor que llevaba por dentro. No lo hubiese llevado tan bien si no fuese por ellos.

Al estar tan sumergida en sus pensamientos no se dio cuenta de que acaparaba muchas miradas, las personas que pasaban por su lado, o las que estaban bajo las paradas de autobus se le quedaban viendo despectivamente, obviamente la chica nunca lo notó, y si así hubiese sido, pues le daría igual.