Eros ©

Epílogo

Gracias por acompañarme hasta acá, Abby, Kylian y yo se los agradecemos❤️‍🔥

Abigail

Dos años me costó sanar.

Dos años lejos de todo lo que conocí, en un lugar de ensueño del que no quería irme, donde el dolor no me alcanzaba, pero estaba ahí, acechándome en las pesadillas.

Nada borraba lo que ocurrió conmigo, la cicatriz era grande y podía sentirla en mi pecho cuando la soledad decidía arrastrarme con ella, no como mi amiga, sino como una maldita perra que me devastaba en ocasiones.

Pero al menos ya no sangraba, y aunque la ausencia de los que amaba seguía doliéndome, aprendí a lidiar con la sensación de vacío, aprendí a sonreír. Puedo decir que me encontraba completa, convencida de que no necesitaba ninguna otra mitad para sentirme bien conmigo misma y ser feliz.

Pude reconocer lo que era el amor y como este debía hacerme sentir, pero a pesar de todo lo que sanó dentro de mí, la oscuridad seguía predominando, porque esta se encontró ahí mucho antes de que todo lo malo en mi vida pasara, era una parte de mi esencia y no un trauma de algún momento de mi niñez o el pasado escabroso que tuve.

Desde que empecé a tomar consciencia mientras crecía, descubrí mi inclinación por el peligro, por las cosas prohibidas y oscuras, esa parte de mí no desaparecería, era lo que me hizo enamorarme de Kylian.

Kylian...

Lo echaba de menos, casi todos los días.

Mantuve el contacto cero con él, por supuesto, no fue algo recíproco, porque lo sentía observarme, percibía su aura empujar hacia la superficie al monstruo que a veces tomaba el control.

Qué equivocado estuvo cuando decidió separarnos para que pudiera sanar, fue estúpido, porque él estuvo conmigo desde el día en que pisé este lugar; tal vez no podía tocarlo físicamente, pero no importaba, no cuando en silencio me acariciaba con su presencia oculta, pero poderosa.

—Baby —me volví a ver a Mac, traía una pequeña caja en sus manos, estaba cubierta con papel brilloso—, Kylian te envió esto.

Apreté el ceño. Claro, él debía saber que hoy por fin abandonaría Suiza. Ignoraba si volvería a Irlanda cuanto antes, los planes aún no se hallaban claros; quería volver y verlo, pero al mismo tiempo tenía miedo de cual sería mi reacción al encontrarme de nuevo en sus ojos.

¿Seguiría sintiendo lo mismo?

Ahora que veía las cosas desde otra perspectiva y reparé en lo que hicimos mal, ¿algo cambiaría entre nosotros?

Quería averiguarlo, sin embargo, no tenía la seguridad de que me encontraba lista para ello. Quizá podía esperar un poco más hasta que me sintiera totalmente lista para enfrentar su caos y todo lo que dejé atrás. Seguro que, cuando pisara Irlanda otra vez, los sentimientos que se mantenían menguados, estallarían con intensidad.