⛓Capítulo 11⛓

61.3K 5.5K 2.4K
                                    

Un capítulo cortito que ojalá disfruten. Quería aclararles que cambié la edad de Abby, tiene 20 ahora, perdón por la confusión, necesitaba aumentar su edad para que encaje bien con la trama. Besos.

Abby

Intentaba fingir un orgasmo mientras Rowan me sostenía contra él y se vaciaba en el látex, gimiendo mi nombre y sosteniéndome del culo, fuerte y posesivo.

No es que no supiera follarme o no lograra excitarme, pero dentro de unas horas iría a Eros para despedirme de cuatro años de bailar y ser completamente yo y no esta versión casta y pura que todos querían ver.

Subir a ese escenario me hacia sentir libre, como si al deshacerme de las prendas estuviera quitándome el disfraz que usaba cada día, ese que era aceptado por las personas a mi alrededor, la chica con modales que fingía y sonreía; mantenía a la verdadera Abigail arraigada en la oscuridad, agazapada y oculta. Las personas que me veían bailar eran las que realmente habían visto a la verdadera Abigail, o al menos a una parte de ella. Existían emociones vastas dentro de mí, pero debía mantenerlas escondidas porque no eran correctas, porque debía ser educada.

Me jodía.

Cuando entré a Eros, lo hice en un acto de rebeldía, era mi manera de alzarle el dedo de en medio al mundo; podría decirse que mi actitud era normal, tenía dieciséis años, con padres católicos y estrictos de los que me escapaba para salir a bailar, para besarme con muchachos y ser como mis compañeras de clase, porque yo quería disfrutar como ellas y vivir como ellas.

Sin embargo, las creencias de mis padres me asfixiaban y retenían. No me daban libertad, así que tuve que buscarla a sus espaldas.

Era el riesgo que corrías cuando sometías: pierdes.

Nunca fui alguien que le gustara seguir las reglas, no era una chica a la que podías mantener en control, Rowan lo intentaba, pero a él tampoco se lo permitiría. No obstante, agradecía que de vez en cuando me pusiera los pies sobre la tierra, era mi cable a la realidad, aunque a veces me asfixiara. Debía madurar algún día, suponía que en unos años más; a causa de mi rebeldía pasé de largo muchas etapas, viví mi vida muy rápido, me adelantaba y sentía que tenía la edad de una mujer de cuarenta cuando apenas cumplí veinte.

Eros significaba mucho para mí. No solo encontraba libertad al desnudarme, sino que, ganaba dinero por ello. Esto fue importante cuando las cuentas comenzaron a llegar, no provenía de una familia millonaria, pese a que, nada me faltó, el costo de mis estudios no era algo que mis padres pudieran costear sin carecer de otras cosas.

Ese club se volvió una parte de mí y dolía despedirme de él. Odiaba a Kylian por hacerme esto, odiaba que haya llegado a arruinar lo único mío que tenía. Pero lo odiaba más por hacerme sentir tan viva y no poder obtener más de esa adrenalina, peligro y lujuria que me daba al tocarme.

Sería fácil acceder a ser suya, a convertirlo en mi amante, sin embargo, quería lo suficiente a Rowan como para seguir viéndole la cara con su mejor amigo.

A estas alturas me costaba demasiado mirarlo a los ojos, las ganas de llorar y de decirle lo que hice pugnaban por estallar y destrozar todo. Debo decírselo, él merece saberlo. Cada vez que tenía ese pensamiento, enseguida llegaban las consecuencias de abrir la boca, se suponía que debía ser valiente y lidiar con ellas, así como lo fui al enredarme con Kylian, pero no podía.

Me acobardaba y aquí seguía, siendo suya, incluso cuando no sentía lo mismo bajo su tacto.

—Te amo —finalizó, besándome la frente.

La noche anterior hicimos el amor en mi cama, a oscuras, las marcas de Kylian seguían en mi piel y evitaba que Rowan las viera. Ahora, estábamos en su oficina y evité desnudarme, solo alcé mi vestido y lo dejé entrar en mí otra vez.

Eros ©Where stories live. Discover now