⛓Capítulo 16⛓

62.6K 5.6K 2.5K
                                    

Kylian

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Kylian

Difícilmente me contradecía con respecto a mis pensamientos y palabras.

Con Abigail descubrí que tan contradictorio puedo ser.

Me repetí hasta el cansancio de que no me la follaría otra vez y lo hice. Me prometí no interferir en sus estúpidas peleas y no lo sostuve. Decidí alejarme de ella para evitar todo este maldito drama y fracasé, porque seguía observándola a través de las cámaras y entre más la miraba, más ganas tenía de follarla.

Había severos problemas en mi cabeza, porque me parecía más hermosa cuando lloraba.

Veía sus lágrimas y ansiaba probarlas, iba a causarle tanto dolor con mi polla hasta hacerla llorar, solo para saborear esa agua salada mientras me tenía hundido en ella.

Dejarla se me complicaría, había muchas cosas que aún me quedaban por hacer con ella, existía una atracción insana e irresistible, Abigail me atrajo porque estaba igual de desquiciada que yo, llevaba un monstruo por dentro que salía cuando movía las caderas al ritmo de la música de Eros. Permitía que el pecado y la perversión se fundieran con su piel inmaculada, ella lo representaba a la perfección.

La chica atraía lo peligroso, la agresión y la lujuria de cualquier hombre o mujer, era como yo.

Me pasé las manos por la cara sin apagar la pantalla del monitor donde seguía viéndola hablar con su amigo; espiarla no significaba más que una imprudencia de mi parte, pero me gustaba ese morbo de observarla sin que ella lo supiera y por un segundo pude comprender a Rowan con su necesidad de no perderse cada paso de Abigail. Ambos éramos unos cabrones, en eso no había discusión.

Puse atención ante la llegada de Rowan al departamento, la expresión de Abigail me hizo saber que no estaba feliz de verlo. Gracias a la buena calidad de las cámaras era capaz de estudiar sus facciones a consciencia, sin embargo, no escuchaba ni una mierda y debía guiarme por su expresión corporal y el movimiento de sus labios.

Seguro debí apagar el monitor cuando comenzaron a hablar, pero como un jodido curioso me quedé observándolos, aunque era Rowan quien más lo hacia, Abigail lucía como un gatito asustadizo, asentía y obedecía, fingía y encerraba a su monstruo sin darle oportunidad de salir.

Me jodía eso de ella, se comportaba para complacer a los demás y yo quería incitarla a salir, quería provocarla lo suficiente para que fuera la chica que me pidió que la abofeteara y ahorcara más duro con mi cinturón.

Verla tan sumisa con Rowan solo incrementó el deseo que sentía por verla ser ella misma otra vez, también alimentó mis ansias de cortarle la garganta al imbécil que chupaba sus tetas como un puto cerdo hambriento. Joder. Quería apartar la vista, pero no podía; Abigail se convertía en un poema cuando follaba, con su piel cubierta de sudor y perfume, las tetas libres y sus caderas sueltas montándome mientras me miraba seductora y atrevida, sin una pizca de moralidad o vergüenza.

Eros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora