⛓Capítulo 20⛓

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Abby

Colisionó nuestras bocas y calló cualquier objeción de mi parte.

La posición de sus dedos restringía cualquier tipo de movimiento, su peso se sentía caliente y deliciosamente sofocante. El vaivén de su lengua sabía a obsesión y peligro, soltó un escalofrío helado por mi cuerpo, corrió por mi torrente sanguíneo y aceleró los pálpitos de mi corazón.

Nunca llegué a creer que podría querer algo con todas mis fuerzas y a la vez, repudiarlo con la misma intensidad.

Pero así era cuando se trataba de Kylian, el deseo y el peligro iban de la mano, uno no existía sin el otro, los sentía desgarrándome desde adentro. Su presencia era capaz de consumir la mía sin problema, tiraba y mantenía su agarre sin dejarme escapar. Mientras trataba de negarme a su beso, supe que no importaba si quería dar vuelta atrás y alejarme, él no lo permitiría.

Ya no podía cambiar de opinión, lo dejé entrar más profundo y la única manera de combatirlo, sería cediendo a él.

Aunque me pesara, aunque me doliera cada centímetro de mi ser, aunque estuviera mal, yo lo quería y necesitaba.

—Convénceme —repitió, desplazó su boca hasta la curva de mis senos—, quiero que lo hagas.

No entendía a qué se refería con ello, mi mente se bloqueó cuando humedeció la tela de la camisa por encima de mi pezón que resintió el calor y esa delicada succión que azotó entre mis piernas como una necesidad. El roce de la tela solo incrementó la sensación, me quemaba en el vientre bajo, el movimiento de su lengua era tortuoso y desesperante, luego mordió arrancándome un grito; mi espalda se arqueó, abrió más los labios y me tomó con mayor disponibilidad.

A continuación, deslizó la caricia por debajo de la tela, me miró, los bordes de sus ojos se oscurecieron mientras apretaba mi seno en su mano y frotaba mi pezón entre sus dedos. El agarre en mis muñecas se desprendió, esta vez no luché por apartarlo, me hallaba demasiado caliente, con la bruma de la lujuria dominándome como el peso de un bloque pesado y asfixiante.

Solo respiraba deseo y necesidad, solo quería que siguiera con su castigo sobre mí.

Metió los brazos bajo mis muslos, sus dedos sujetaron el interior de ellos, su cara a una próxima distancia de mi sexo desnudo. Me apoyé en mis codos, observándolo sin decir una sola palabra.

—Separa más las piernas.

La negativa se quedó flotando en el aire, no fui capaz de decirle que no en voz alta. Kylian era el tipo de hombre que se aferraba más en conseguir lo que le negabas. Con la respiración inestable, obedecí; mis muslos cayeron a los costados, la presión de sus dedos los mantuvo así.

Se inclinó de manera levísima, con su mirada en mí en todo momento. Su aliento fresco acarició mi sexo desnudo, un repentino escalofrío crepitó por mi médula ; hasta ese momento no me había dado cuenta de lo empapada que me tenía.

Una profunda ráfaga de calor me atenazó cuando inclinó la cara hacia la unión de mis piernas. Su lengua y su boca estaban tan calientes, que creí volverme loca mientras azotaba en movimientos fuertes y gentiles contra mi clítoris. Estaba siendo dócil, lamiéndome desde la entrada hasta el clítoris una y otra vez. Me impidió cerrar las piernas, rendida, caí sobre mi espalda y cerré los ojos, seducida por el placer que este hombre me daba.

Una sensación de plenitud me invadió cuando metió dos de sus dedos en mi vagina, un sonido brotó desde mi pecho, Kylian besaba mi sexo como un experto, me ponía a temblar en cada lengüetazo, mordisco y succión. No había restricciones, ni pena.

Eros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora