⛓Capítulo 27⛓

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Fue complicado terminar el capítulo, porfa comenten y voten, me ayudaría mucho leerlos🥺

Abby

Viernes.

Lo que pasó en el departamento de Kylian debía quedar olvidado desde hacia unas horas que salí de él, pero no. Llevaba acostada toda la tarde pensando en cada jodido momento como si estuviera tratando de preservarlo para siempre sin que ningún detalle pasara inadvertido. Masoquista. Esa palabra me definiría, entre muchas otras, pero en estos momentos esa se llevaba el premio.

Echaba de menos la comodidad de la cama de Kylian, el olor de sus sabanas, el calor de su cuerpo y la frialdad de sus palabras. Estaba pensando en algo más que el buen sexo que me daba y si de por sí, pensar en él era malo, que se tratara de esos detalles, solo lo empeoraba más.

No dormí por follar con él lo que restaba de la madrugada y ahora ni siquiera tenía ganas de dormir, mi mente no se callaba, no había descanso en mis pensamientos, tampoco en mi subconsciente, porque lo poco que llegué a dormir, terminé soñando con él.

Patética.

Me odiaba.

Y mientras me retorcía en mi miseria, me preguntaba si Kylian estaría observándome, mi parte enferma deseaba que fuera así.

Él dijo que me había visto con Rowan en el sofá, aunque fuera este último el culpable de que esas cámaras estuvieran aquí, al parecer ambos compartían las mismas obsesiones. Tenían todas las banderas rojas, incluso Kylian más que Rowan, pero aquí estaba, haciendo de cuenta que no existían y no había nada malo en el sujeto que me usó y folló a su gusto.

Cuando llegué a casa busqué cámaras, pero o ellos eran unos perfectos profesionales o de verdad yo era una estúpida que no podía identificarlas. No hallé nada, sin embargo, me sentía observada, lo malo es que no sabía por quién.

De pronto, alguien llamó a mi puerta. Creí que pasaría después de unos segundos, pero el golpe se hizo más fuerte. Me cubrí la cara con la almohada y solté un quejido; me puse de pie, desaliñada, en pijama y con el alma en rastras. Sin ánimos, abrí la puerta creyendo que se traba de Mac o cualquiera otra persona, pero me equivoqué.

—Hola, mi amor, pude llegar antes —dijo Rowan, dándome un abrazo fuerte sin dejarme hablar.

Me paralicé por unos segundos, procesando lo que sucedía. Tensa, le devolví el abrazo mientras el olor a rosas y su perfume se fundían con mi ropa. Hacia tan poco pude sentirme segura en sus brazos, ahora solo me embargaba una ola de desconfianza, rencor y tristeza. Y lo peor de mis pensamientos es que entre todo el tumulto de deseos que atenazaban mi ser, el que todo volviera a ser igual no se mantenía entre ellos, porque no quería olvidar lo que pasó con Kylian, aunque él fuera un bastardo, porque con Rowan dejé de ser yo misma y eso no me gustaba.

—Parece que pasaron años —me acarició la mejilla—, ¿estás bien? Te ves... triste. —Le devolví un atisbo de sonrisa.

—Es cansancio, la universidad me absorbe en estos últimos meses.

—Oh, mi niña —me tendió las rosas y la caja de chocolates—, estoy seguro de que esto te hará sentir mejor.

Toqué el relieve del nombre de los chocolates, estaba en ruso. No puedo negar que el saber que probaría estas delicias mejoró mi humor solo un poco.

—Gracias —besé su mejilla—, pasa.

Enseguida entró conmigo, llevaba puesto el uniforme de general, lo que me hizo saber que apenas aterrizó vino hacia acá. Esos detalles me conmovían y a la vez, me hacían sentir la peor de las personas, porque mientras Rowan me era fiel y pensaba en mí, yo no dejaba de recordar cómo me folló su mejor amigo.

Eros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora