🥀Capítulo 37🥀

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Disfruten el cap, es más larguito de lo normal. Comenten mucho♥️

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Abby

El trayecto a casa fue insoportable, la tensión tan asfixiante como la sensación de desasosiego que estrujaba sin compasión mi pecho.

Ninguno mencionó palabra y el silencio era peor que cualquier otra cosa, ni siquiera fue capaz de colocar algo de música en el radio, aunque Kylian no parecía ser el tipo de sujeto que escuchaba música y yo no fui capaz de mover un solo musculo, permanecí con los brazos cruzados, la vista al frente y mi mente lejos de aquí.

Me sentía cansada, me dolían los muslos y la entrepierna, de la garganta ni hablar, además, tenía hambre. Debido a mi pequeño altercado con Kylian, no probé bocado, aunque no estaba acostumbrada a ingerir demasiado alimento, había pasado veinticuatro horas sin comer; los medicamentos tenían ese efecto, me quitaban el apetito y me hicieron bajar de peso muy rápido. Todavía mantenía mis curvas, pero no era estúpida para no darme cuenta de lo delgado que se veía mi rostro.

—Esto no ha terminado, Abigail —repitió por enésima vez. Detuvo el auto fuera de la propiedad de mis padres, los vidrios tintados nos brindaban privacidad, una que yo no quería.

Intenté abrir la puerta sin tener éxito, tenía los seguros puestos y no había forma de que yo pudiera quitárselos, pese a ello, forcejeé una y otra vez, frustrándome cada vez más, a punto de agarrar a golpes a la puerta.

—Para —espetó tenso.

Me cogió de la muñeca, me solté de su agarre, volvió a cernir sus dedos a través de mi piel sin ningún problema y me inmovilizó. No lo miré, mi vista se mantuvo en la ventanilla, como si al no mirarlo pudiera escapar de él mientras me arrastraba hacia su musculatura.

—Ya déjame bajar.

—Quiero que te quede bien claro que las cosas van a cambiar —me cogió el mentón, me hizo encararlo—, y no te estoy pidiendo permiso para tenerte cuando me plazca, vendrás a mí o te joderé más de lo que ya lo he hecho.

—No, gracias, ya tengo suficiente dosis de loco con tu amigo, más no lo soportaría —siseé retándolo con la mirada—, mi coño no podría con tanto.

La frialdad fluyó a través de sus facciones y se acumuló en el azul violento y peligroso de sus ojos.

—No solo hablo de tu coño, Abigail.

La tensión que hubo entre nosotros se incrementó, pero esta distaba de ser incomoda. Su cara estaba a una nula distancia de la mía y por si eso no fuera suficiente, su toque se percibía posesivo y caliente, mi piel ardía donde sus manos me tocaban y el deseo de besarlo iba en ascenso. El hijo de puta olía mejor de lo que debía, me embriagaba su perfume caro y el susurro de su aliento que podía sentir en mi espalda, crepitando como una suave caricia que terminó por erizarme entera y empujarme más hacia sus labios de cazador.

Eros ©Where stories live. Discover now