⛓Capítulo 5⛓

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Abby

El fuego de sus labios continuaba lamiendo los bordes de mi piel.

Sentía calor entre mis piernas y un dolor de infierno. La quemazón inició horas después de deslizarme a la ducha en la soledad de mi habitación, aún conmocionada por lo ocurrido. En mi mente rebobinaba la escena una y otra vez y no creía que fuera real. Sin embargo, la sangre en mis muslos y el dolor agónico en mi vagina, echaban abajo mis esperanzas.

Había follado con Kylian.

¿Quién era él? No lo sabía.

¿Le temía? Por supuesto.

¿Lo odiaba? No más que a mí misma.

Engañé a Rowan con ese sujeto y ni siquiera podría decir que me forzó del todo, aunque la realidad sería que sí. Me acorraló, me sometió y luego, estuve dócil dejando que metiera su bien dotado miembro en mí hasta casi destrozarme el útero. Maldita sea. Gemí su nombre y se vino dentro de mí. Era el primer hombre que me llenaba de semen y lo detestaba tanto como me excitaba.

Me sentía sucia por no poder sentirme sucia.

Porque me gustó el fuego de Kylian y la violencia de sus manos apretando mi cuerpo contra el suyo: obsceno y dominante.

Rowan jamás me trató así y odiaba el hecho de estarlos comparando. Mierda. No estaba bien y me encontraba en una verdadera lucha interna que no hacia más que aumentar el dolor punzante en mi cabeza.

Necesitaba decirle a Rowan, aceptar mi culpa y acabar con esto de una vez. Si se tratara de él, me hubiera gustado saberlo y tener la oportunidad de tomar una decisión. Si él me botaba, no habría más que hacer. Lo amaba, aunque ahora mismo mi amor quedaba en duda.

¿De verdad lo quería?

Froté mi frente con los dedos, haciendo oídos sordos ante la respuesta que llegó.

—¿Qué haces aquí encerrada? Rowan sigue esperando, Abby.

Esa era mi madre. La miré a través del espejo, el color crema de su vestido acaparó por un momento mi atención antes de verla a los ojos.

—Necesitaba un poco de aire —susurré. La verdad era que necesitaba todo el maldito oxígeno del mundo.

Estábamos en la mansión de la familia de Rowan, acabábamos de llegar hacia apenas media hora y en cuanto puse un pie aquí, quise salir corriendo. No solo se trataba de la vergüenza conmigo misma por lo que hice, sino también de toda esta riqueza que me abrumaba, no me acostumbraría a los lujos, era una joven sencilla y Rowan también, el problema eran sus padres. Dios santo. Si pudieran comer con cubiertos de oro, lo harían. Aún me preguntaba por qué se reprimían, podían permitírselo.

—Vuelve enseguida, antes de servirse la cena Rowan quiere hablar con todos. —Apreté el ceño.

—¿De qué va todo este misterio? —Inquirí curiosa.

Citó a mi familia y a la suya, tuve que venir y quitarme las marcas que puso Kylian en mi piel con remedios que encontré en internet y un poco de maquillaje.

—Solo apresúrate, Abby.

Asentí y salió dejándome sola. Miré mi reflejo otra vez. Una sonrisa encantadora, un maquillaje discreto y perfecto, entallé mi cuerpo con un vestido rojo sangre que tenía un escote pronunciado, mostraba mis atributos bastante bien y juro que a la señora Byrne casi le da un paro cuando me vio, totalmente escandalizada, mientras que su esposo lidiaba con la tarea de mantener los ojos apartados de mis senos.

Eros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora