Kirishima Eijiro

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Narrador: ______

Estoy en casa preparando la cena mientras escucho algo de música. Mi esposo no tardaría mucho en llegar, pues ya debería haber plegado.

Estoy tan cansada que me cuesta hasta cocinar, y mira que me gusta. Pero hoy ha sido un día agotador. Ser heroína te deja exhausta al final del día.

Me encargué de muchos villanos de pacotilla, llendo a todas partes lo más rápido posible para que hubieran los mínimos daños posibles. Aunque hubo uno que fue muy difícil de derrotar, dejándome sin energia una vez que logramos capturarlo.

Suspiro cansada y saco el arroz del agua para después preparar el pollo en salsa.

Unos minutos después, escucho la puerta abrirse.

-Estoy en casa.- avisa Kirishima, suspirando.

Me parece raro, ya que por muy cansado que esté normalmente usa un tono alegre para relajar el ambiente.

Últimamente nos vemos pocas horas al día por culpa del trabajo, así que intenta que sean lo más agradables posibles, dejando de lado el cansancio.

Cuando entra en mi campo de visión, me hielo. Tiene un aspecto horrible: está todo lleno de heridas y rasguños, se ve el cansancio que le provoca el simple hecho de andar, y tiene una herida muy fea en el abdomen, por la cual brota algo de sangre.

-Dios mío Eijiro, ¿que a pasado?- pregunto asustada mientras me acerco preocupada a él.

-Ha sido un día largo... Se me ha complicado un caso con un maldito villano.- explica.

-Ven aquí, vamos.- le cojo del brazo y lo obligo a seguirme.

Él hace caso sin rechistar. Va arrastrando los pies y no tiene la sonrisa que normalmente lleva estampada en la cara. Le tiene que doler mucho si está así...

Hago que se siente en el lavabo mientras que yo busco el botiquín y preparo el algodón con el alcohol.

-Va a escocer.- aviso a la vez que me agacho a la altura de su abdomen.

Empiezo a pasar el empapado algodón por la supurante herida. El pobrecito de mi marido jadea y se queja, dolido.

-Lo sé, lo siento... Trato de ir con cuidado, lo prometo.- digo mientras sigo limpiandole la fea herida.

Una vez termino, vuelvo hacia dónde está el botiquín para preparar las vendas, ya que lo último que necesita es que se le infecte.

Me acerco ya con las vendas preparadas.

-Me gusta más esta parte, duele mucho menos y me gusta lo cuidadosa que eres. Además, pones cara de concentrada, y sabes que me encanta.- dice con los ánimos algo más subidos.

Rio ante aquel comentario, y empiezo a vendarlo.

Trato de ir con cuidado mientras noto los ojos rojos de Kirishima mirarme fija e intensamente.

-Ya he terminado.- digo mientras me levanto, para después ir a guardar todo lo que había sacado del botiquín.

-Me voy a cambiar y ponerme el pijama ya, necesito ponerme cómodo de una vez por todas.- avisa para después abrir la puerta del baño.

Justo cuando abre la puerta de madera, un fuerte olor a quemado recorre mis fosas nasales.

Mierda.

-¡La comida!- grito para salir corriendo a la cocina.

Cuando llegó, el pollo estaba negro, completamente quemado.

-Ay no...- me quejo, sacándolo y tirándolo a la basura.

Kirishima aparece detrás mío, mirando todo el panorama.

-¿Y ahora que preparo? Me había olvidado completamente de la cena, tan solo me concentré en curarte.- digo desanimada.

-Que pena, me apetecía el pollo... Pero no te preocupes peque, ya lo repetirás otro día.- me intenta animar mientras me abraza por detrás.

-Bueno... Ahora tendré que hacer otra cosa.- suspiro, agotada.

Estoy demasiado cansada como para preparar otro plato. Me maldigo internamente, por olvidar la cena por completo.

-Hey, ahora no es tiempo para volver a cocinar algo nuevo. ¿Que tal si pedimos comida a domicilio? No voy a dejar que cocines de nuevo, tienes cara de estar cansadísima.- dice en tono amable para después depositar un tierno beso en mi cuello.

-Vale.- accedo, pues de verdad no tengo ningunas ganas de cocinar.

-¿Pizza?- asiento, mientras me siento en el sofá.

Siento cómo Eijiro pide las pizzas, para después ir a la habitación y cambiarse, como quería haber hecho antes.

Pongo las notícias, para enseguida ver la batalla que llevó a cabo Red Riot hace unas horas.

-El villano tenía una velocidad y resistencia descomunal- dice un testigo de unos veine años-, ¡pero Red Riot consiguió destrozarlo! Ningún civil salió malherido gracias a él, aunque si que es verdad que al acabar la batalla el héroe tenía un apecto deplorable...- en ese momento la transmisión se cortó,dejando ver un fragmento de vídeo en la panalla.

En este salía un tipo más bien delgado, sin musculatura, moviéndose de un lado a otro casi tan rápido como Iida, pegándo fuertemente a mi esposo. Él se defendía como podía, hasta que al final logró atraparlo. Pero aquel villano logró zafarse de su agarre cogiendo un puñal que tenía escondido en la bota, causandole la herida que le curé con anterioridad. Finalmente Red Riot fue capaz de capturarlo y vencerlo, pero quedó herido.

-Oh, así que ya has visto qué ha pasado.- me sorprende la voz de Eijiro detrás del sofá.

-Acaba de salir en las notícias.- explico mientras él se sienta a mi lado.- Se ve un oponente complicado y aún así lo venciste, ¡eres genial!- admiro.

-No es para tanto... Aunque sí que costó, y me pilló desprevenido y sin fuerzas prácticamente al cortarme de esa forma.

-Lo importante es que estás bien.- intento ser optimista, aunque sigo teniendo el susto en el cuerpo. Él asiente.- Me preocupaste mucho cuando te vi ensangrentado, con esa horrible herida...- bajo la voz al igual que la cabeza. Suspiro.- Me asusté, por un momento pensé lo peor y...- fui interrumpida por un repentino beso por parte de mi marido.

Me dejo llevar por aquel suave beso por unos segundos, hasta que Eijiro decide separarse.

-Tranquila, como has dicho: estoy bien. Siento haberte asustado así, pero has cuidado bien de mi- me coge de la barbilla, y yo intento no llorar por el susto.- Si hubiera sido grave, hubiera ido al hospital directamente. Pero no lo era, y quería llegar a casa lo antes posible para verte.- dice mirándome a los ojos directamente, sincero.

-Lo sé, lo sé... Pero no puedo evitar preocuparme, Ei.- respondo cabizbaja, queriendo relajarme.- Pero nada de tristezas ahora.- prosigo, obligámdome a ser optimista.- Te extrañé.

Me acurruco a su lado, con cuidado de no hacerle daño en a zona afectada.

-Yo a ti también, peque.- responde mientras me da un beso en la frente y empieza a acariciar mi espalda.

Media hora después estábamos acostados en el sofá, con las sobras de la pizza en la mesa, la tele encendida en un documental de delfines y Kirishima tumbado encima mio, durmiendo plácidamente en mi abdomen.

One shots bnhaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora