Cookies and Kisses

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—¿De verdad me veo bien?

Asher dió un ligero apretón a la mano de Percy. Estaban caminando por la calle 82 del Upper East en Manhattan, a pocas calles del hogar de Percy Jackson.

Habían decidido tomarse un ligero descanso después del final de la guerra para visitar a Sally. Annabeth se había encargado de decirle que Percy estaba bien, pero tomando en cuenta que el chico había estado fuera de casa por casi un año... Sería mejor explicar todo personalmente.

Asher suspiró mientras jugaba con el extremo de su camiseta.

A tan solo una semana de haber derrotado a Gea, las cosas se sentían extremadamente diferentes. Casi le parecía una locura que su máxima preocupación fuera verse lo suficientemente presentable para la madre de su novio siendo que hacía un par de semanas estuvo a punto de ser asesinado por gigantes en Grecia.

Percy notó su nerviosismo, así que se inclinó un poco para darle un beso en la mejilla y sonreír.

—Te ves hermoso.

Asher hizo una mueca.

—Cariño, te quiero, pero eso no me sirve, soy hijo de Venus, lo escucho todo el tiempo —se quejó.

Percy resopló y se señaló a sí mismo con un rostro desinteresado.

—Ash, tengo puesta una camiseta vieja de Led Zeppelin y tú traes puesta ropa que podría valer miles de dólares. Créeme, te ves bien.

Asher sonrió sin estar convencido. Se detuvieron en una esquina a esperar a que el semáforo cambiara de color. Asher aprovechó para verse en el cristal reflejante del aparador de una tienda cercana.

Llevaba el cabello atado en una coleta simple y algunos mechones rebeldes caían por su rostro como era costumbre. Había pensado dejarlo suelto, pero era Agosto y el verano en Nueva York era casi tan caluroso como en lo más profundo del Tártaro y Asher podía confirmarlo, había estado ahí.

Llevaba una camiseta simple de color morado que ahora se lamentaba de haberse puesto debido a que resaltaba la palidez de su piel. En sus piernas tenía unos simples shorts de mezclilla y unas zapatillas deportivas de color blanco daban por terminado su conjunto elegido para ese día.

Fue un alivio encontrar un par de días después de hacer oficial su traslado al Campamento Mestizo, la pequeña maleta roja que Venus le había obsequiado. Como la vez anterior, estaba llena de ropa de todo tipo, perfumes, accesorios, zapatos y un sin fin de cosas que habían alegrado visiblemente a Asher.

Aunque ahora, mirándose en el reflejo del aparador y estando tomado de la mano de Percy, había comenzado a sentirse nervioso.

—¿De verdad crees que le agrade?

Percy sonrió un poco antes de darle un apretón en la mano y señalar con la cabeza el semáforo que ya había cambiado. Cruzaron la calle y siguieron caminando.

—Ya te dije que sí —aseguró Percy— Mamá es increíble, le vas a agradar.

—Sigo pensando que deberíamos haber traído algún regalo, no sé, ¿tal vez un pastel? Podríamos haber pedido por Hermes Express algún postre de Nueva Roma, los panaderos son increíbles.

—Créeme, no hará falta comida —dijo Percy con una sonrisa y luego señaló hacia una calle más pequeña en la que frente a un edificio se alcanzaba a ver un pequeño automóvil azul— Es ahí, descuida, todo estará bien.

—Bien, al menos estará más fresco ahí dentro que acá.

Subieron las escaleras y al llegar al quinto piso, Percy tocó un par de veces la puerta de un departamento. Asher estuvo a punto de salir corriendo al escuchar pasos apresurados al otro lado. Sintió su mano sudorosa así que la apartó de la mano de Percy y se limpió.

MORTE // PERCY JACKSON Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum