XIV

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Asher no podía recordar la última vez que se había sentido así.

Caminar por las calles de Roma completamente solo hacia que el lugar se sintiera muy extraño, extrañaba la presencia de Percy, su rostro de agotamiento y los pequeños berrinches que hacía cuando tenía sed o hambre.

Llevaba un par de minutos caminando alrededor de la zona arqueológica del Foro Romano. Asher no sabía si estaba permitida la entrada de animales, pero parecía que a nadie le importaba la presencia de Argos, que ladraba hacia los lares que aparecían de pronto entre las columnas y muros destrozados.

Era increíble lo mucho que ese lugar le recordaba al campamento Júpiter, aunque después se dio una cachetada mental. Era obvio que se iba a sentir en casa, era un semidios romano. Todas las ruinas que estaba viendo probablemente habrían tenido una réplica exacta en Nueva Roma.

Se detuvo un momento analizando sus alrededores, había pasado casi una hora desde que Helena y Paris lo habían dejado y no tenía idea de donde seguir buscando. Era cierto que desde que había ingresado a las ruinas la sensación en su pecho se había hecho más insoportable, pero se había quedado estancada, no aumentaba ni disminuía.

―¿Dónde buscarías tú Argos? ―preguntó Asher rascando su cabeza.

Argos simplemente se recostó y comenzó a rascarse las orejas.

―Al menos alguien se divierte.

Continuó caminando un poco más hasta que notó algo extraño.

Se había quedado completamente solo. Había algunos turistas a unos metros de él, pero ninguno parecía interesado en seguir caminando en la dirección contraria a una especie de edificio con un campanario.

Tampoco había alguna señal de lares lo que definitivamente debía ser una señal.

Pensando que era la mejor posible solución, decidió caminar en esa dirección.

―Vamos, Argos.

Al ir acercándose confirmó sus sospechas, no había ni un solo fantasma y las personas parecían evitar el lugar.

Salió de las ruinas y llegó a una calle rodeada de edificios antiguos, al final del camino había un pequeño descanso. Se quedó sorprendido con la vista. Desde la terraza podía observarse el coliseo a lo lejos, rodeado de una pequeña parte de lo que alguna vez fue la capital del imperio romano. Era impresionante, casi podía imaginarse lo majestuoso que habría lucido la ciudad en ese entonces, por un pequeño momento envidió a Helena y a Paris.

Se fijó en la señal que indicaba el nombre de la calle.

―Vía del Campidoglio... Oh, así que eso era lo que parecía un campanario. Se veía diferente en las fotos.

Los ladridos de Argos lo sacaron de sus pensamientos. El perro empezó a ladrarle a una paloma blanca que estaba parada al final de la calle, Asher consideró que tal vez era una coincidencia, pero... siendo hijo de Venus y buscando uno de los tesoros de su madre, definitivamente no lo era.

Tuvo que cargar a Argos porque este estaba a punto de correr hacia el ave y definitivamente no quería saber lo que pasaría si la alcanzaba. Decidió ir en esa dirección, afortunadamente los edificios hacían un poco de sombra en la que se pudo refugiar del calor abrumador.

La calle solitaria dio paso a una plaza pequeña, en uno de los edificios que lo rodeaban había una pequeña fuente. Se acercó hacia ella y metió sus dedos en el agua fresca, inmediatamente pensó en Percy.

Sonrió al recordar su sonrisa y los pequeños espasmos que tenía al dormir. Mojó un poco sus mejillas y su frente, de verdad estaba impactado del calor que hacia en Roma, de sus pocos recuerdos que aun conservaba de Paris, en ninguno parecía que el clima estuviera tan extremo.

MORTE // PERCY JACKSON Where stories live. Discover now