V

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Piper no podía explicar cómo lo sabía.

Las historias de fantasmas y almas torturadas siempre la habían asustado. Su padre acostumbraba a bromear sobre las leyendas Cherokee del abuelo Tom en la reserva, pero incluso en casa en su gran mansión de Malibú, mirando hacia el Pacífico, siempre que su padre le explicaba historias de fantasmas, nunca podía sacárselas de la cabeza.

Los espíritus Cherokee eran siempre inquietos. A menudo perdían el camino hacia la Tierra de los Muertos, o se quedaban atrás para vivir por el resto de los tiempos en el mundo de los mortales. Algunas veces ni siquiera se daban cuenta de que estaban muertos.

Cuanto más aprendía Piper sobre ser una semidiosa, más estaba convencida de que las leyendas Cherokee y los mitos griegos no eran tan distintos. Aquellos eidolones actuaban muy parecido a como lo hacían los espíritus de las historias de su padre.

En cubierta, Hedge cantaba algo parecido a "In the Navy", mientras Blackjack le acompañaba con sus pezuñas, relinchando.

Finalmente, Hazel respiró profundamente.

—Piper tiene razón.

—¿Cómo pueden estar seguras? —preguntó Annabeth.

—He conocido eidolones —dijo Hazel—. En el Inframundo, cuando estaba...ya saben. Muerta.

—Así que...—Frank se pasó las manos por su pelo corto como si algunos fantasmas hubieran podido invadir su cabellera—. Creen que esas cosas están merodeando por el barco, o...

—Posiblemente estén habitando en algunos de nosotros —dijo Piper—. No lo sabemos.

Jason apretó el puño.

—Si eso es cierto...

—Tenemos que tomar medidas —dijo Piper—. Creo que puedo hacerlo.

—Solo concéntrate, Piper. Tú puedes —dijo Asher.

—¿Hacer qué? —preguntó Percy.

—Escúchenme, ¿vale? —Piper respiró hondo—. Todos, Escúchenme.

Piper les fue mirando a los ojos, uno por uno.

—Eidolones —dijo, usando su hechizo oral—, levanten las manos.

Hubo un silencio tenso.

Leo se rió, nervioso.

—¿De verdad crees que vas a...?

Su voz murió. Su cara se volvió inexpresiva. Levantó su mano.

Jason y Percy hicieron lo mismo. Sus ojos se habían convertido en vidriosos y dorados. Hazel se quedó sin respiración, sorprendida. Al lado de Leo, Frank salió corriendo de su silla y pegó su espalda a la pared.

Asher se apartó un poco de Percy, pero no pudo escapar. Percy o el eidolón que lo había poseído no le soltaba la mano.

—Piper... —la voz de Asher salió temblorosa.

—Oh, dioses —Annabeth miraba a Piper—. ¿Puedes curarles?

Piper quería lloriquear y esconderse bajo la mesa, pero tenía que ayudarlos.

No podía creer que había estado cenando junto a un... No, evitó pensar en ello. Se centró en Leo porque era el menos intimidante.

—¿Hay más de ustedes en este barco? —preguntó.

—No —dijo Leo con una voz hueca—. La Madre Tierra ha enviado a tres de nosotros. A los mejores y a los más fuertes. Viviremos de nuevo.

—Aquí no, no lo harán —gruñó Piper—. Ustedes tres, escúchenme atentamente.

MORTE // PERCY JACKSON Where stories live. Discover now