XVI

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Salió del lugar de la misma manera que entró. Rompiendo muros.

No tardó mucho tiempo en encontrar una salida que no necesitará trepar, sería prácticamente imposible hacerlo con una mano lastimada.

Argos iba adelante, atento. Asher estaba detrás con una antorcha iluminando.

Estando bajo tierra y a oscuras, Asher había perdido por completa la noción del tiempo, no sabía si habían pasado minutos u horas. Estaba agotado, física y mentalmente. Además, se había dado cuenta de que la caída había le había provocado algunos raspones que comenzaban a arder.

La sangre de su nariz y boca había dejado de salir, pero seguramente aun tenía su rostro manchado del líquido vital.

Hubo un punto en el que no pudieron seguir, una columna se había derrumbado lo que provocó que el techo se viniera abajo, por lo que el camino estaba bloqueado.

—Maravilloso. Ven Argos, busquemos otra...

Una pequeña brisa movió la flama de su antorcha. Se quedó quieto.

Nuevamente el fuego bailó, esta vez Asher pudo ver de donde venía el viento. Una de las paredes a su lado estaba ligeramente agrietada, pero definitivamente era más gruesa que la que había tirado en la entrada del templo.

Se acercó y dio un par de golpecitos con su mano. Si, definitivamente costaría más trabajo.

Dejó la antorcha en el suelo, con cuidado de que no se apagara.

—Argos, apártate.

El perro ladró haciéndose a un lado. Asher retrocedió unos pasos preparándose para tomar impulso, pero entonces una voz resonó por todo el lugar, tan familiar y molesta que Asher inmediatamente sintió su sangre hervir.

—Perfecto, cariño. Un pendiente menos

Asher tuvo que girar rápidamente en todas direcciones.

La voz de Gea se escuchaba más nítida, más despierta. Casi pudo sentirla ahí junto a él, su presencia abrumadora.

Obviamente era así, Asher estaba bajo tierra. Prácticamente era su dominio y ella podría hacer lo que quisiera en él.

—Déjame tranquilo —gruñó Asher.

Gea rió.

—No te preocupes, cariño. No te haré daño, necesito de ti para despertar —el lugar pareció estremecerse ligeramente, pero Asher no estaba seguro de si fue real, o solo la diosa jugando con su cabeza.

—¡Lárgate! —gritó.

—Asher, no nos exaltemos, ¿quieres? —dijo Gea tranquilamente— De verdad espero que sobrevivas ahí abajo, tu sangre es por mucho la más valiosa. Estaría encantada de ver el suelo manchado de rojo.

Asher frunció el ceño.

—¿De qué estás hablando?

—Oh, no te preocupes. Lo entenderás muy pronto, cariño.

Asher escupió molesto.

—Te juro que vas a pagar por todo lo que has hecho, yo mismo me encargaré de eso.

Gea soltó una carcajada.

—Ay, cariño. Que adorable eres, aunque eres un poco tonto, tal vez venga de familia. En fin... dale mis saludos a Nico, espero que mis hijos hayan sido buenos anfitriones.

—¡No menciones su nombre, no eres digna de hacerlo!

Esta vez la tierra no tembló ni se escucharon risas, la diosa había desaparecido. Asher gritó de frustración.

MORTE // PERCY JACKSON Where stories live. Discover now