VI

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Asher había visto a Frank rodeado por ogros caníbales, enfrentándose a un gigante invencible e incluso desatando a Tánatos, el dios de la muerte. Pero nunca había visto a Frank tan aterrorizado como entonces, encontrándoles en los establos.

—¿Qué? —Percy se frotó los ojos—. Oh, nos hemos quedado dormidos.

Frank tragó saliva. Estaba vestido con deportivas, pantalones militares oscuros y una camiseta de los Juegos Olímpicos de Vancouver con su chapa de centurión romano enganchada en el cuello de la camiseta.

Frank apartaba su mirada como si la vista de ellos juntos le pudiera quemar.

—Todo el mundo piensa que los han secuestrado —dijo—. Hemos estado registrando el barco. Cuando el entrenador Hedge los encuentre, oh, dioses, ¿han estado aquí toda la noche?

—¡Frank! —las orejas de Asher estaban tan rojas como dos fresas—. Bajamos aquí y nos quedamos dormidos por accidente. Nada más.

—Y nos besamos un par de veces —dijo Percy.

Asher le miró con el ceño fruncido.

—¡No estás ayudando!

—Será mejor que...—Frank señaló a las puertas—. Eh, se supone que tenemos que encontrarnos para desayunar. ¿Les importaría explicar lo que han hecho, digo, lo que no han hecho? Quiero decir... No quiero que ese fauno, sátiro, perdón, me mate.

Frank corrió.

Cuando todo el mundo se reunió en el comedor, no fue tan malo como Frank había temido. Jason, Annabeth y Piper se sintieron aliviados. Leo no podía dejar de sonreír y murmurar:

—Típico, típico.

Sólo Hazel parecía escandalizada, quizá porque era de los años 40. No dejó de apartarle la mirada a Percy con un rostro serio y a Asher con una mirada de tristeza, como la de una madre del siglo pasado que acaba de enterarse que su hija acaba de tener su primera vez.

Asher desvió la mirada incomodo, era obvio que no había hecho algo así con Percy aún.

Obviamente, el entrenador Hedge se puso como un basilisco; pero Asher encontró difícil tomarse en serio al sátiro ya que este no medía más de metro y medio.

—¡En mi vida! —berreó el entrenador, agitando su bate y tirando un plato de manzanas—. ¡En contra de las normas! ¡Irresponsables!

—Entrenador —dijo Annabeth—, ha sido un accidente. Ellos dos solo hablaron y se han quedado dormidos. No hay por qué exagerar.

Asher le envió una mirada de agradecimiento a Annabeth. La chica lo inspeccionó con sus enormes ojos grises antes de asentir.

—Además —dijo Percy—, comienzas a sonar como Término.

Hedge entrecerró los ojos.

—¿Eso es un insulto, Jackson? ¡Porque yo sí que te voy a terminar a ti!

Percy intentó no reírse. Asher puso la mano en el pecho de Percy para quitarlo del medio.

—No sucederá de nuevo, entrenador. Lo prometo. Ahora, ¿no tenemos algo que discutir? —dijo Percy.

Hedge estaba que echaba humo.

—¡De acuerdo! Pero te vigilaré, Jackson. Y a ti, Asher Laurent. Creía que tenías un poco más de sentido como pretor romano...

Jason se aclaró la garganta.

—Tal vez sea mejor parar aquí. Sírvanse un poco de comida, gente. Comencemos.

MORTE // PERCY JACKSON حيث تعيش القصص. اكتشف الآن