2.4

3K 569 125
                                    

No querías que odiaran a Izana.

Pero tampoco pensabas quedarte de brazos cruzados respecto a él.

Acomodaste los lentes oscuros en tu rostro y comenzaste a caminar intentando conservar la paciencia. La noche había llegado, pero necesitabas mantener un bajo perfil para todo lo que harías aquel día.

No querías que tus hermanos se enteraran.

Sentiste como tu teléfono comenzó a vibrar, lo tomaste de mala gana y encendiste la pantalla para verificar quién era y agradeciste que fuera la persona por la cual habías ido a ese lugar.

— ¿Dónde estas? — llevaste el teléfono a tu oreja y tu voz salió algo enojada — Llevo esperando desde hace una hora.

— Frente a ti.

Tu cabeza giró de inmediato al escuchar sus palabras, bajaste el teléfono colgando la llamada y lo observaste con seriedad. No sabías si era lo correcto, pero estabas desesperada.

Volteaste a los dos lados para poder cruzar la calle y te dirigiste con seguridad hacia el joven, quien no había dejado de verte en todo el transcurso a tu llegada hacia a él.

— ¿Tienes lo que te pedí?

— El dinero primero — Koko alzó su mano y sonrió con arrogancia — Sabes que no hago los tratos así.

— Estamos en el mismo bando.

— Negocios son negocios, Um... Narumi.

Tu cuerpo se tensó al escuchar la forma en que iba a llamarte, sabias que iba a nombrar el apodo que solía decirte Akane cuando eran amigas, el cual también era sonado constantemente por las bocas de Seishu y Kokonoi.

Pero las cosas ya no eran así.

Ya no eran los mismos tiempos que antes.

Metiste tu mano en tu bolsillo trasero y sacaste algunos billetes, los suficientes para poder mantener contento al joven pelinegro y que hablara de todo lo que necesitabas escuchar.

— Shinjuku — este empezó a contar los billetes con calma mientras hablaba — En el edificio más alto que encuentres.

Koko alzó una de sus manos en forma de despedida y comenzó a alejarse con sus pensamientos algo perdidos. No comprendía porque requerías la información con urgencia ni mucho menos porque ibas a hacerlo.

Pero lo que sí sabía, es que ibas a actuar por ti sola.

Lo cual era demasiado peligroso.

(...)

Sentías como tus manos temblaban a medida que subías por las escaleras, sabías perfectamente que este podría ser tu último día en la tierra, que todo podía pasar en ese momento.

Pero estabas fastidiada.

Abriste la puerta con algo de dificultad debido a que esta estaba pesada, aventaste tu hombro para poder abrirla por completo y de inmediato el aire te abrumó.

La tensión cambió.

— ¿Qué haces aquí?

Kakucho se puso frente a ti de inmediato, lo miraste seriamente y decidiste ignorarlo pasando a un lado de él, no te importaba otra persona en ese momento.

Solo Izana.

— Déjame solo Kakucho — su voz sonó tranquila a pesar del momento — Esto es una reunión familiar.

El nombrado parpadeo algunas veces y se alejó un poco del sitio, pero sin dejar de tener a la vista su líder por su cualquier cosa se complicará.

— Era de esperarse que vinieras — el rubio blanquecino se puso de pie y giró a verte con una sonrisa — Eres tan predecible Narumi.

— Para con todo esto — te acercaste a él en algún intento de intimidarlo — No sigas porque sabes que todo terminara mal.

— ¿Crees que me importa lo que opines?

Guardaste silencio mientras lo observabas, no había necesidad de bajar o elevar la mirada debido a que su altura era la misma. Izana borró su sonrisa al notar que realmente ibas en serio con tus palabras.

Kakucho trago saliva notando como el ambiente se convertía más tenso, como si el fuera demasiado pequeño a un lado de ustedes.

Como si fuesen a tragárselo en cualquier momento.

— Lo haces por Mikey ¿no? — Izana alzó su ceja mientras te cuestionaba — ¿Por qué nunca hiciste nada por mi?

— Tu te alejaste... y después de lo que me hiciste, no iba a dejar que te acercaras a mis hermanos.

Aquello fue la gota que derramó el vaso.

Izana comenzó a reír, sacándote por completo de tus casillas y pareciese que en ese momento la cara se le había retorcido del coraje, porque esta vez tenía una mirada completamente diferente, una de odio.

— Deja de ser tan hipócrita Narumi — se acercó hacia a ti y tú inevitablemente diste algunos pasos hacia atrás — Todo lo que te pasó, te lo mereces.

— ¿Me merecía que me golpearas? — señalaste tu rostro recordando la vez que Taiju y Shion te acorralaron — ¿Me merecía que me desterraras de lo que alguna vez fue de Shin?

— No lo menciones a él — elevó uno de sus dedos y te señaló — Te mereces cada una de ellas, hasta culparte de la muerte de nuestro her...

Izana abrió sus ojos totalmente enojado cuando tu mano se estrelló en su mejilla, aquel acto fue porque estabas fuera de si. Odiabas que fuera así, odiabas que te tuviera tanto odio.

Kakucho se quedó mudo al ver la escena, sabía que no terminaría nada bien.

— Lo de Shinichiro no fue culpa de nadie... ni de Kazutora ni de Keisuke — hablaste tratando de calmar tu propia respiración — Así que no metas a nad...

Abriste los ojos con exageración cuando la pierna de Izana se elevó a la altura de tu cabeza, intentaste cubrirte pero el joven fue más rápido y golpeó de lleno haciendo que cayeras al suelo.

Sabías que pasaría eso, era claro que el iba a reaccionar.

— Eres tan miserable, tu vida es tan miserable que cualquier persona a cercana a ti es capaz de traicionarte... porque no vales nada.

— Tu lo eres... porque tienes la necesidad de tener a la gente en tu contra porque sabes que cualquiera te daría la espalda — hablaste mirando al suelo, notaste como gotas de sangre caían en el cemento debido a que el golpe había ido a tu nariz — Así que los dos somos igual de miserables.

Izana frunció su ceño y tomó el cuello de tu camisa obligando a que lo vieras, tu rostro no demostraba miedo ni tristeza, porque nada de eso sentías en ese momento.

No le tenías miedo a tu hermano, y eso lo hizo enojar más de lo que ya.

— Deberías de tener más vigilado a tu novio y así... te darás cuenta de quien es más miserable de los dos.

Parpadeaste algunas veces confundida, Izana te soltó y comenzó a caminar hacia la puerta, giraste sobre tu hombro algo confundida y observaste cómo se iba alejando, sin decir alguna palabra más.

No tenías novio, pero en tu cabeza solo podías pensar en una persona.

temptation.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin