32. 𝚀𝚞𝚒𝚎𝚛𝚘 𝚜𝚊𝚋𝚎𝚛 𝚚𝚞é 𝚌𝚊𝚛𝚊 𝚝𝚒𝚎𝚗𝚎𝚜 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚖í

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Desde que volvimos de la acampada, Hiel, parece que ha cambiado su táctica hacía mí, y en cierto modo me hace interesarme por esta diferencia de comportamiento. Al principio mantenía cierta distancia para observarme sin que me diera cuenta, analizaba todos mis movimientos para luego utilizar parte de la información en una charla informar y ligera; pero ahora parece que su técnica opta por ofrecer un poco más de contacto físico: Roza mis dedos cuando cruzamos el pasillo, en las escaleras me huele profundamente y gruñe hasta que me abraza por detrás; y alguna que otra vez, durante las siestas, su erección es tan evidente que le permito que guie mi mano para acariciarla. Sólo acariciar, no llegar al clímax.

No me molesta, es agradable y gentil la mayoría del tiempo, lo suficiente para saber percibir si su acción no me toca ninguna fibra que pueda hacerme pasar de receptivo a tenso. Sabe lo que hace, y lo demuestra con su paciencia.

Sin embargo, esto también acarrea problemas: Noel parece un poco más estresado que de costumbre. Entre las horas que tiene que dividir en su día a día (trabajo, fabricación y con los integrantes de la casa), hay momento en que explota y opta por largarse a correr por el bosque en forma de lobo aunque luego me diga que no es culpa mía.

¿No lo es? ¿Quizá nuestro acuerdo le está superando? ¿Hubiera sido mejor optar por otra vía?

Quizá hay algo en su mente que lo hace sentirse de esa forma y las cosas tienen una respuesta, posiblemente, más ambigua. No puedo saberlo, porque tampoco lo comenta conmigo cuando quiero pasar tiempo con él para hacerle reír a mi manera. Aunque tampoco es que se me dé bien.


—Noel, debes tener tus descansos... Me preocupas —le murmuré mientras me abrazaba en la cama, siendo la hora de la siesta. Hiel fue muy amable de ceder su momento, por eso aprendí que entre los tres hermanos se iban apoyando a su manera—. No me gustaría que cayeras enfermo.

—Tengo buena salud desde siempre —rio un poco, antes de esconder su cara entre mis mechones—. Puedo con todo lo que me echen, soy el más fuer...

—Noel —le interrumpí y me removí para que pudiéramos vernos cara a cara—. No quiero utilizar mi habilidad para que descanses, sino que lo hagas por ti mismo. —Aunque al principio se puso tenso, terminó por relajarse, ya que no era la primera vez que hablamos de esto—. Ser fuerte no sirve de nada si tu descanso es insuficiente. Por favor, hazlo por mí y no te sobreesfuerces en exceso.

Ahí esta esa arruga que se le crea cuando la conversación deja de ser divertida, lo cual no es algo malo, pero ya me ha insistido mucho Hiel que soy el único que puede ablandarlo rápido. A veces se pelean y mucho de los consejos del mediano terminan siendo ignorados, ya que Edel es de los que dice « Que haga lo que quiera. Ya vendrá lloriqueando, ¿vamos a pasear y que les jodan a esos lloricas, Ziel? ». 

No puedo estar de acuerdo con ello, no cuando eso hace que me preocupe. Aunque sean lobos, no son inmortales e impasibles; también son personas. Necesitan algo más que cariño, dar paseos entre los bosques y mantener conversaciones divertidas. La salud es importante, y lo sé porque mi habilidad puede incluso enfermarme si abuso de ella.

Mi mano se apoya sobre su pecho, en la zona del corazón, para sentir sus fuertes latidos en las yemas de mis dedos, y claramente no le gusta esto. Su corazón es el mejor mensaje que puedo recibir, sin necesidad de que las palabras broten cual efluvio de sus labios. Aún estoy aprendiendo, claro, pero es fácil leerle.

—Sólo... Estoy tenso, lo confieso, pero no es tu culpa pajarito —agarró mi mano y la llevó a sus labios para que se los acariciara. Después, sin soltarla, la bajó al mentón y seguidamente al cuello al notar que me mordí los labios de manera inconsciente—. Es la primera vez que siento algo tan hermoso con una persona como tú, tan especial y enigmática, y por ello la nueva actitud de Hiel me hace activar una hipervigilancia. ¿Estás seguro que es lo correcto?

𝓩 i e l [También en Inkitt]Where stories live. Discover now