13. 𝙷𝚊𝚢 𝚛𝚘𝚖𝚊𝚗𝚌𝚎 𝚎𝚗 𝚎𝚜𝚝𝚊 𝚝𝚎𝚗𝚝𝚊𝚌𝚒ó𝚗

554 67 2
                                    

Noel

Hay que hacer las cosas poco a poco, sin prisas, por muchas ganas que tengamos de estar pegados a Ziel como dos sombras que no necesitan nada más para ser felices. Aún recuerdo todas y cada una de las técnicas que nos enseñó papá para conquistar a mi madre, lo cual no le llevó más de una semana pese a tener ella un carácter bastante rudo para ser una Luna. Quizá fue eso lo que hizo que mi padre se enamorara perdidamente de ella: Su fuerza de voluntad para alejar a todo el mundo que intentaba aprovecharse de ella, menospreciarla por ser mujer y creer que no era capaz de hacer mucho, decirle que cuando tuviera esposo se volvería una mujer-jarrón que no tendría mucho a lo que aspirar en la vida. 

Ella les demostró a todos que, pese a ser humana, podía hacer lo que se propusiera delante de todo el mundo —incluida la manada— para demostrarles que no necesitaba su aprobación. Cortó leña como una loca aunque los dedos se les pusieran morados durante el invierno, recolectó bayas durante el verano aunque las gotas de sudor le mancharan el vestido, crio ella a tres chicos lobos mientras mi padre se iba de viaje a ayudar a otras manadas, escaló árboles para agarrar fruta que otros no llegaban, ayudó a personas de bajos recursos —omegas— en la manada, fue paciente y luchó con fiereza para demostrarle a cualquier lobo que ella no era una inútil.

Para cuando papá fue reclamado como alfa de la manada y nació Edel, ella se relajó después de tantos años de duro trabajo. Siguió siendo áspera con quienes se burlaban de ella pero todavía caritativa y valiente, pese a no ser tan activa en las actividades con la manada como antaño. Su título fue cambiado de uno malo a uno bueno, su pericia la auxilió ante cualquier problema, y cuando papá murió por enfermedad... Cambió. Se centró en Edel porque se asemejaba a nuestro padre cuando ella le conoció, además de que había sufrido dos abortos y mi hermano menor era de riesgo. Por eso es su bebé arcoiris, el niño de oro. Sobrevivió a los pronósticos, lo mimó en absolutamente todo, nos dejó de prestar la atención que antes recibíamos y después... Nuestras personalidades florecieron como capullos distintos en el mismo jardín: Yo me volví áspero y Hiel evasivo, mientras que Edel era tan apegado como un mono recién nacido pese a tener autonomía.

Aun así, recuerdo perfectamente que papá explicó que no todas las Lunas eran iguales y que, por lo tanto, había que estudiarlas cuidadosamente para no asustarlas o recibirías un rotundo rechazo que podría hacerte más daño del que podría imaginar. Algunas sólo necesitaban un poco de apoyo emocional, otras ser saciadas sexualmente, unas pocas necesitaban ir todo lo rápido que pudieran hasta iniciar la reproducción... Pero aquí tenemos un problema: Ziel no es una chica, no sabemos si es una Luna o un hijo de ésta, no puede embarazarse, y además es tan huidizo como el pájaro que podría abrir las alas en cualquier momento y volar todo lo lejos que éstas se lo permitieran. Y somos dos lobos. Dos lobos para un pajarito que, a duras penas, vamos conquistando a pasos muy lentos aunque estemos ansiosos de colmarlo de cariño, pasión y protección.


Le ordeno a Hiel que busque leña para crear una hoguera mientras yo aplano el terreno con el chico, a lo que asiente y corre sin coger siquiera los zapatos. Lo hace rápido, ansioso incluso, porque quiere comprobar si voy a ser fiel a mi palabra y le permitiré tocarlo cuando mis feromonas hagan su efecto en su cuerpo. Y mientras él se marcha, yo veo la espalda de Ziel tiritando como una hoja porque el frío ya habrá invadido su cuerpo con el agua, además de que no está dispuesto a quitarse la camiseta por sus cicatrices.

Me aproximo con cuidado hasta él y le oigo respirar con superficiales espasmos, agarro mi camiseta y se la ofrezco en silencio. No la mira, no la toca, ni siquiera parece que sea consciente de donde está y se haya quedado anclado en sus pensamientos.

𝓩 i e l [También en Inkitt]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें