Un año recuperándose de un terrible accidente, uno que marcó un antes y un después en la vida de Verónica Lodge.
Un año desde que la vida como la conocía había desaparecido y en los que había tenido que adaptarse poco a poco a la realidad que ahora...
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Christian:
—Veronica suena muy atrevido, pero ni si quiera sabes hacer un nudo. —Me burlo sabiendo que tomaría una almohada y la lanzaría a mi rostro. —Al menos cierra la puerta para que nuestros hijos no nos vean.
—Dios, no sé ni cómo sigo soportándote aun, Christian. —Me toma de la mano aun con el pañuelo en su mano derecha.
—¿Crees que si vas donde alguien y le dices "sube en el auto que te espera abajo y véndate los ojos", lo va a hacer con gusto?
Bajo junto a ella recibiendo a Jared quien se lanza a mí con una sonrisa.
—¿No podemos ir mamá? —Le hace ojitos de perro triste pero mi mujer se niega rotundamente, joder. Nunca se lo que pasa por su mente.
—Esto es solo para adultos y ya celebramos el cumpleaños de Christian con ustedes, ahora nos toca a nosotros. —Toma a Jared y lo baja de mis brazos.
Vendaje, misterio, "cosas de adultos". Esto se va a poner bueno.
—Es cierto Jared, ¿Nos vamos ya? —Pregunto ansioso y ella clava sus ojos en mí.
—Ni si quiera querías ir, Christian. —Cruza sus brazos.
—Las personas podemos cambiar de opinión. —Le sonrío igual que Jared o Aria cuando le hacen alguna travesura a Verónica. —Por cierto, creo que me falta una hija.
Ella mira a su alrededor y nota la ausencia de nuestra pequeña.
—Te la dejé un minuto... ¿Dónde está Aria? —Me mira y siento el terror en mis venas.
—Está en la par... —Pongo mi mano sobre la boca del chismoso de Jared y sonrío para luego correr a mi oficina.
—Hola Dios... soy yo de nuevo. —Abro la puerta y ella me sonríe lo cual me tranquiliza al ver que todo seguía estable.
—Christian Moore Vetronne... —Escucho a mis espaldas y trago en seco rezando por mi alma. —Dime que la hija por la que casi muero por segunda vez, no está pegada a la pared con cinta.
La termino de despegar y la pequeña no para de reír todo el rato.
—Es que tuve que hacer unas cosas y la nana no había llegado aún. —Ella apoya sus manos en mi escritorio y respira muy hondo.
—Tienes quince personas en casa trabajando para ti. ¡¿No se te ocurrió pedirles que te trajeran algo para poner a la bebé?!
La nana llega corriendo y se posiciona detrás de Verónica, Jared camina lentamente para salir de la oficina, pero ella lo toma del cuello de la camiseta.
—Veronica cálmate... —Ella se acerca a mí y yo uso a la bebe de escudo humano.
Toma a la pequeña y le quita las cintas que tenía pegadas y se la extiende a su nana quien se va junto con Jared.
