Un año recuperándose de un terrible accidente, uno que marcó un antes y un después en la vida de Verónica Lodge.
Un año desde que la vida como la conocía había desaparecido y en los que había tenido que adaptarse poco a poco a la realidad que ahora...
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—En otras noticias, un aparatoso accidente ocurrió en la carretera 42 con rumbo al norte. La víctima ha sido identificada como el reconocido neurólogo...
El tiempo se detiene. Miro la pantalla con un frío nauseabundo recorriéndome. No quiero seguir escuchando.
—Christian Moore.
No. Siento que mis piernas tiemblan. El mundo entero se sacude a mi alrededor. Una voz resuena en medio de la confusión. Quisiera arrancarme el corazón antes que escuchar esas palabras de nuevo.
"La mejor noticia para mi seria saber que estás muerto"
—Ha sido trasladado al hospital Ámsterdam en estado crítico. Por el momento no se han reportado avances sobre su salud.
"La mejor noticia para mí...¨
¡No quería esto!
Las imágenes de su auto hecho trizas en una curva me quitan el aliento.
"La mejor noticia para mí...¨
Caigo de rodillas al suelo. No puedo respirar. Moriré asfixiada mientras esa voz me sigue torturando.
"La mejor noticia para mí...¨
No de nuevo... no puedo perderlo otra vez. Veo la boca de la mujer moverse, pero no escucho nada, mi cuerpo esta helado y el sudor que cubre mi frente es igual de frío.
Mis piernas se mueven por si solas y mis odios parecen liberarse cuando pasan a otras noticias.
Corro hasta mi habitación con la esperanza de que Leanette este ahí, mis piernas parecieran correr e cámara lenta y siento que nunca voy a llegar.
Díganme que no es real... díganme que esto si lo estoy soñando porque de otra forma creo que esto si me va a matar.
"La mejor noticia para mi seria saber que estás muerto"
¡Ya basta! Mis palabras siguen sonando en mi cabeza y la culpa carcome mi corazón.
Al llegar a mi habitación es otro golpe cuando Leanette se gira con el teléfono en mano y los ojos cargados de lágrimas.
Pienso en lo peor...
—Christian... —Es lo único que sale de mis labios y todo empieza a darme vueltas, pero esta vez no, maldita sea.
—Lo siento... —Tapa el sollozo con el dorso de su mano y todo se vuelve en cámara lenta, niego repetidas veces y corro hasta la recepción del hospital buscando a mi psicólogo.
—N-necesito salir... —Digo con la voz hecha pedazos y mi mundo haciéndose pedazos cada vez más rápido.
—Señorita debe volver a su habitación hasta que su psicólogo llegue y pueda autorizar su sal...
