~Capitulo 26~

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Levanto mi vista hacia él, su respiración es relajada, sus ojos están cerrados y es de las pocas veces que esta vulnerable

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Levanto mi vista hacia él, su respiración es relajada, sus ojos están cerrados y es de las pocas veces que esta vulnerable. Casi no pudo dormir en la noche por el dolor intenso del que se quejaba, fue hace poco cuando pude hacerlo relajar.

Pero la calma siempre tiene que ser interrumpida.

—Señorita Miller, acompáñenos por favor. —Dos oficiales irrumpen en la habitación llamando la atención de los doctores que a su vez le piden respeto por el paciente, la confusión crece en mí y el miedo a lo desconocido se hace presente.

Christian abre sus ojos e inmediatamente un gemido de dolor se escapa de sus labios, otra vez mi corazón se estruja, quiero tomarlo y quitar su dolor, pero es imposible y la impotencia me domina.

—¿De qué se trata esto? —Pregunto sin mirarlos, hay dos policías detrás de mi buscándome y en lo único que puedo pensar es en aliviar el dolor de Christian.

—Acompáñenos por favor. —Es lo único que dicen una y otra vez y ya me están empezando a colmar la paciencia.

—Tranquilo... volveré en un rato ¿Si? —Acaricio suavemente sus mejillas, dejo besos en su frente y él empieza a relajarse, aunque odie admitirlo es como un niño a veces.

—Señorita no tenemos todo el día.

—No puede llegar a un hospital y entrar en una de sus habitaciones como perro por su casa, usted se va a cruzar los huevos y va a esperar a que tranquilice a mi... —Dejo de hablar cuando la mano de Christian se dirige a mi entrepierna, mete su mano debajo de mi falda y acaricia mi sexo por encima de mis bragas.

—Ve... —Jadea con voz ronca. Enreda sus dedos en mis bragas para apartarlas y poder penetrarme fugazmente. Saca sus dedos humedecidos y se los lleva a la boca.

No importa la situación en la que este: Eso siempre va a matarme. Me separo con las mejillas enrojecidas y el cuerpo caliente, respirando hondo para calmarme antes de caminar hasta la puerta, viendo a los oficiales salir sin mí.

—¿A dónde vamos? —Pregunto con frialdad. —Ellos continúan ignorándome. —Pregunté que a donde vamos... —Vuelvo a decir queriéndome morir cuando veo otra vez a los padres de Christian cruzar a mi lado.

Primero el idiota me acusa de haberlo tocado y ahora me ven con dos oficiales...

¡Joder!

—¡¿Tienen idea de cuantas mamadas me tomó hacerlo dormir, Para que ustedes simplemente lleguen y me saquen de su habitación sin decirme por qué?! —Me arrepiento al instante cuando noto la cantidad de doctores y pacientes que me miran sorprendidos.

Acabo de gritar que dormí a mamadas a un hombre, en pleno pasillo de hospital, otro logro más Verónica.

—Como es tan experta, podrá volver a hacerlo. Por aquí por favor. —Pudiera responder, pero con la vergüenza que tenía mejor dejaba la boca cerrada y entraba en la habitación que ellos señalaban.

De un recuerdo (2) ✔️Where stories live. Discover now