Un año recuperándose de un terrible accidente, uno que marcó un antes y un después en la vida de Verónica Lodge.
Un año desde que la vida como la conocía había desaparecido y en los que había tenido que adaptarse poco a poco a la realidad que ahora...
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Todo es muy confuso, aunque quiera pensar que se trata de una casualidad, es demasiado. Christian está desconcertado, no tenía idea y eso lo saca de posible "sospechoso".
Nos describía a nosotros, hasta nuestro bebé en camino... mi pelo, nuestros ojos.
—Amor, ya es hora. —El perfume one million de Chris se impregna en mí, me saca de mis pensamientos como si nada.
El vestido se ajusta perfectamente a mi figura, Moore acaricia mi pierna por el corte que tiene a un lado mientras recuesta su cabeza en mi hombro.
—¿Estás seguro de que me veo bien? —Susurro perdida en la profundidad que le da aquel traje a sus ojos.
—No hay ni habrá una mujer más hermosa en el universo. —Besa mi cuello y su mano empieza a colarse debajo de mi vestido.
—Oye... —Intento separarme, pero él me aprisiona.
—Solo un poco. —Sonríe con esa malicia que me hace amarlo. —Estas tensa y no puedo permitir que salgas así.
Sonrío, no me voy a negar, pienso morir cogiendo.
Sin más detalles, terminamos follando como animales, dijimos solo un poco e hicimos un desastre la habitación.
Y claro, llegamos tarde.
Una hermosa alfombra roja nos esperaba, un salón inmenso lleno de luces y candelabros como los siglos pasados nos recibía.
Todos iban de gala y máscaras que hacían las cosas al menos para mí, más excitantes.
Algo erizaba mi piel al entrar, miraba a mi alrededor, pero no veía nada extraño. Mi cuerpo quería decirme algo, pero no sabía que.
—Me siento extraña, Chris. —Susurro algo ansiosa y el me lleva hasta una mesa vacía.
—¿Te duele algo amor? ¿Sientes náuseas? —Niego y el me quita la máscara.
—Christian...
Digo sintiendo mi pecho subir y bajar muy rápido, el intenta levantarme y sacarme del lugar, pero un baile comienza.
Intentamos atravesar la pista, pero una mujer toma a Christian, lo aleja de mi al son del vals y no sé qué hacer.
Estoy en blanco. Mis ojos se humedecen y alguien me toma a mí, un señor sonriente. Parece no notar mi incomodidad pese a que no llevaba mi máscara.
Sigo sus pasos hasta que Christian vuelve a tomarme, me aferra a su pecho y respiro hondo por un momento.
Damos un paso a la derecha, uno a la izquierda, una vuelta... dos... un beso, otro.
Pero aun esa sensación no desaparece. Chris me inclina sobre su brazo de espaldas y mis ojos captan el foco de mi desesperación.
Estoy en completo estado de alarma, eso me deja en piloto automático.
