—Pequeña deja te acomodo las sabanas. —Mi madre al igual que Christian se mueven por todos lados haciendo mil cosas.
—Mamá en serio estoy bien.
El color de mi piel iba volviendo poco a poco. Me enteré que la sangre que me habían puesto había sido donada por alguien del mismo hospital. Al ser la más difícil de encontrar alguien se ofreció y por eso estoy a salvo.
Pero, no sé quién es, esa persona quiso mantenerse en el anonimato, dijo que no quiere reconocimiento, que lo único que quería era que una madre se reuniera con sus hijos.
No tengo muchas fuerzas aun, pero ver a la pequeñita pegada a mi seno como si de ello dependiera su vida simplemente llenaba mi corazón. Estaba viva para verlo, para abrazar a mi esposo y a mis hijos... gané la guerra.
—Jared y yo iremos un momento a una tienda aquí cerca, ¿Te importaría?
Niego y mi madre deja un beso en mi mejilla y acaricia las pequeñas manitas de Aria. Jared hace lo mismo.
—Joder es que en serio ¿Cómo una cosa tan pequeñita puede cagar tanto? —Vuelve Christian del baño poniendo una mano en su cintura como vieja chismosa.
—Christian por Dios. —Rio cerrando mis ojos.
—No, no, es que mira. —Se sienta frente a mí y agita sus manos llamando mi atención. —Si en el mundo se pagaran las cosas con mierda, nos podríamos comprar una isla por día con Aria.
Mis carcajadas son aún más fuertes, Christian intenta ayudar, pero al pobre jamás le gustaron los bebés. En sus prácticas de pediatría sostenía a los bebés de plástico por la cabeza o por una de las piernas y vivía perdiendo toda la calificación.
—Sabes que después de que coma hay que sacar sus gases y cambiar su pañal amor. —Niega y se levanta de la camilla.
—Me niego. —Camina a la puerta, pero Klaus lo interrumpe cuando entra en la habitación.
—¿Todo bien? —Mira a Christian.
—Ambos somos doctores ¿No? —El asiente extrañado. —Dime por favor que no presté atención en la universidad y que hay una manera de devolver a los bebés.
Klaus ríe, yo intento no hacerlo. Aria pone una mano en mi seno y Christian abre la boca como si lo hubieran traicionado.
—Y de paso toca lo que es mio frente a mí. Me rindo.
Amenaza con salir de la habitación, pero el castaño lo detiene muerto de la risa y lo vuelve a traer a mí.
—¿Cómo te sientes Verónica?
—Un poco débil pero bien. —Respondo con una sonrisa de agradecimiento.
—El período de observación ha sido satisfactorio. Ya estás completamente fuera de peligro, Felicidades. —Sonríe firmando un papel frente a mí. —Ya tienes tú de alta, pero tranquila, dúchate, come y prepara todo tranquila, yo los llevaré de vuelta al avión en la noche.
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De un recuerdo (2) ✔️
RomanceUn año recuperándose de un terrible accidente, uno que marcó un antes y un después en la vida de Verónica Lodge. Un año desde que la vida como la conocía había desaparecido y en los que había tenido que adaptarse poco a poco a la realidad que ahora...