Cap. 30 - Biblioteca humana

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—Con este hechizo establecido, que el dolor sea compartido —susurró, para luego regalar un tierno beso en la frente de su niña.

Si ambas ya eran unas chicas radiantes, el hechizo las hizo un par de estrellas que brillaban con intensidad, literalmente. Algunos hechizo tienen raras formas de presumir su funcionamiento.

Una vez dejaron de brillar en un aura conjunta, madre e hija se miraron directo a los ojos, sintiendo claramente como su cuerpo empezaba a manifestar los cambios; para bien, en caso de Luz.

—Rayos, no exagerabas esta vez —comentó la bruja tratando de poner su mejor cara, aguantándose todo el masivo y punzante dolor que se acrecentaba de pocos en su vientre—. ¿M-Mejor?

No recibió una respuesta con palabras, el gesto que Luz le regaló definió todo para ella.

—Gracias... —susurró aliviada, por fin pudiendo moverse lo suficientemente bien como para darle un abrazo—. Te amo, mamá.

—Y yo a ti. —regresó el abrazo, que raramente duró cinco segundos menos de los habitual; diez segundo—. Ahora descansa, recuerda que tu abuela Gwen vendrá pronto y te cuidará mientras estoy fuera.

—También amo a la abuela... —dijo Luz, dejando escapar un suspiro—, pero tía Lilith es la que siempre me cuida cuando sales. La extraño un poco y me preguntaba sí...

—Shhh —siseó la bruja dirigiéndose hacia la puerta. Desde hace semanas evade el tema que ella tiene con su hermana. 

Luz la comienza a extrañar, mucho, pero Lilith no puede hacer nada más que llamarla de vez en cuando para que Luz confirme que no había muerto.

—En estos momentos no soy tu madre, soy un fragmento de tu gran imaginación. Y, como tal, te ordeno que vayas a dormir.

—Creo que no debo discutir contra mi subconsciente. 

Luz le siguió el juego y su madre salió de la habitación, dejándola aburrida, con un dolor que si bien disminuyó, seguía lo suficientemente molesto e interfería en su sueño

—Mejor dialogo con mi amigo imaginario para matar el rato.

—Ugh —bufó Eda de dolor, caminando lentamente por los pasillos hasta llegar a cocina

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—Ugh —bufó Eda de dolor, caminando lentamente por los pasillos hasta llegar a cocina. 

Misión: una copa de sangre de manzana que la ayudaría a relajarse.

— ¿Cómo viven las mujeres humanas con este sufrimiento? Ni parir bebés duele tanto.

No es que ella sepa de ello, solo trataba de distraer su mente con sus usuales y sarcásticos comentarios.

Lentamente bajó a la cocina, dispuesta a tomarse una añeja copa de vino, sangre de manzana para adultos, cuando de pronto el escandaloso búho de su puerta hizo que sus todos sus sentidos y cabello se erizaran tal cual un gato. "¡GA'HOOT!", gritó Hooty a todo volumen, avisando que la esperada vista llegó.

La lucha de una Madre Búho - TOHWhere stories live. Discover now