Bajo una tormentosa lluvia en medio de un oscuro bosque, una recién nacida Luz fue abandonada por su madre en una antigua cabaña.
Por azares del destino, Edalyn Clawthorne, bruja salvaje, la encontró justo antes de que ocurriera una desgracia y se l...
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—Eres una desgraciada... —Llena de ira, la menor insultó a su madre, arrastrándose lejos de ella para evitar ser atrapada.
—Mi vida, por favor.
La mayor intentó hacerla entrar en razón, mientras sostenía una hacha en una mano y en la otra una jeringa llena de líquido de dudosa procedencia.
—Cuidar de su pequeña es el trabajo de cualquier amorosa madre. —Las cálidas palabras eran contrarias al estado casi psicótico en el que se encontraba, toda desalineada y con leves tics en su ojo derecho muy acordes al contexto de su locura.
— ¡No me toques! —Inútilmente, la chica intentó apartarla, tirándole algunos objetos que tenía a la mano, como botellas de plástico o recipientes de píldoras—. ¡Jamás dejaré que me vuelvas a drogar y me quites la capacidad escapar de este infierno!
—Todo esto lo hago por ti —dijo, sujetándola de las manos para disminuir sus ataques en un torpe intento de calmarla—. Lo hago porque te amo y debo protegerte. Mi vida... me necesitas.
— ¡Claro que no!
Sin que la mayor se diera cuenta, tomó un pequeño cuaderno y se lo estampó en la cara con las últimas fuerzas que le quedaba, provocando que la jeringa en la mano caiga al suelo y se rompa.
—Lo haces por ti... porque temes quedarte sola, necesitas cuidar de alguien para sentirte bien... por esa razón me tienes atrapada, ¡en una silla de ruedas!
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—Turbio —musitó Lilith, terminando de comer el balde de palomitas que compartía con su sobrina.
—Poco creíble. —Eda no se creía que existieran personas así de enfermas, o por lo menos no las conocía—. ¿Qué opinas, niña?
La morena no respondió, a duras penas dejó escapar un gimoteo, ahogado por un cojín.
—Luz, ¿estás bien? —preguntó Lilith al ver tembloroso estado de la pequeña tirada en el suelo.
—S-Sí, solo algo traumatizada —comentó, completamente con la voz entrecortada y cubierta con su mantita anti películas de terror.
—Ay, mi pobre bebé tiene miedo. —Y mamá búho fue a atraparla en una abrazo para hacerla sentir mejor.
—N-No soy una bebé, mamá —musitó, avergonzada de seguir recibiendo esos cariñitos a su edad.
No quería darles más razones a esas brujas de burlarse de ella por considerarla una bebé consentida.
— ¿Y cómo no va a tener miedo? Si esa madre de pesadilla de la película se parece a ti —mofó Lilith, separando a su sobrina para que dejen de sofocarla con abrazos y mimos.
— ¿Disculpa? No me parezco en nada a esa loca de la película.
Una madre que drogaba a su hija para que nunca salga de casa. Como decía su hermana, y ahora que reprodujo la sinopsis en su cabeza, efectivamente, era muy turbio.
